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Tribuna
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Por el empleo y contra la guerra

Los secretarios generales de CC OO y de UGT exponen sus reivindicaciones ante el Primero de Mayo. La defensa del empleo y, especialmente, el rechazo a la guerra son los principales argumentos de ambos dirigentes

Se celebra hoy este Primero de Mayo cuando aún no se han extinguido los ecos de la guerra en Irak ni las imágenes de la catástrofe humanitaria, de la quiebra de las frágiles instituciones de la legalidad internacional y de la impotencia de una Unión Europea sin cohesión, sin gobierno político y sin política exterior y de seguridad común.

Comisiones Obreras (CC OO) convoca, con el sindicalismo mundial (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, Ciosl, y Confederación Europea de Sindicatos, CES), un Primero de Mayo por el empleo y por la paz, codo con codo con millones de personas que aspiran a construir un mundo estable, seguro y justo.

Por ello, también, hemos participado masiva, pacífica y reiteradamente en las movilizaciones que han dicho 'no a la guerra, no a la intervención del Gobierno español en esta guerra', que expresa y genera inestabilidad, inseguridad e injusticia.

Para el movimiento sindical europeo, agrupado en la Confederación Europea de Sindicatos 'la voz de 60 millones de trabajadores en Europa', la construcción de un mundo estable, seguro y justo pasa por 'hacer Europa trabajando para la gente', como puede leerse en el lema del Congreso, el 10º, que se reunirá entre los días 26 y 29 de este mes de mayo en Praga.

La Confederación Europea de Sindicatos ha contribuido, con propuestas, acuerdos y movilizaciones (euromanifestaciones en Oporto, Niza, Bruselas, Barcelona) a poner sobre el tapete que para sostener Europa, hay que sostener el 'modelo social europeo', base de nuestra armonía económica y social y objetivo de tantas personas de países y continentes no europeos que arriban a este puerto huyendo de la 'globalización económica sin derechos'.

Decimos que sostener ese modelo social es crear empleo estable, empleo seguro y con derechos, empleo productivo, cualificado e inteligente, capital humano que consiga que arraigue aquí el otro capital, el financiero, y se haga factor de cohesión para el presente y para el futuro (el modelo de protección social europeo es también un pacto solidario entre distintas generaciones, como suele decirse de nuestro sistema de pensiones público, de reparto y caja única).

Por ello, por la defensa del modelo social europeo, nos hemos opuesto en España, con millones de trabajadores y trabajadoras, el 20 de junio pasado, con una huelga general, a la desregulación y recorte de derechos laborales.

No sólo por considerar que esa vía de 'competencia' es injusta con los más débiles, sino por considerarla inviable: las economías competitivas se basan en la productividad humana, en el conocimiento (logrado con inversión en educación, cualificación, innovación y desarrollo tecnológico -factores aquí escasos-) y no en precariedad laboral y bajos costes para retribuir baja productividad.

Por ello apoyamos ilusionadamente 'la estrategia de la Cumbre de Lisboa' que puso en esos ingredientes el acento para llevar a la Unión Europea a los niveles de pleno empleo en el año 2010, manteniendo el crecimiento económico y también el Estado de bienestar.

Por eso hemos criticado políticas económicas que han resquebrajado la suficiencia fiscal de los Estados (descargando a los ricos de cargas fiscales y restando oportunidades al empleo productivo y a la protección social) y, por eso, criticamos el 'euroescepticismo' del señor Aznar y criticamos su alineación con Estados Unidos en la crisis de Irak que debilita la Unión Europea en el momento, estratégico, de su más ambiciosa ampliación.

Este Primero de Mayo del año 2003 debe representar una manifestación global a favor de otra forma de conducir la política económica (a favor de la cohesión y a favor de la igualdad de oportunidades), de la política social (a favor del empleo estable y a favor de la integración de jóvenes, de mujeres y de inmigrantes en la sociedad a través de un contrato laboral digno), la política nacional (a favor del acuerdo político y no de la crispación desaforada) y la política internacional (a favor del derecho y contra la ley del más fuerte).

Bajo nuestras banderas desfilarán en el día de hoy, Primero de Mayo, millones de seres humanos pacíficos e inteligentes reivindicando justicia y reivindicando oportunidades.

La mayoría de la gente está con nosotros. No sólo debemos demostrar esto. Debemos convencer a nuestros gobernantes de que hay que administrar los intereses y las ilusiones de la gente (sus garantías y sus expectativas) con una radical limpieza y con voluntad de sostener la civilización cuando más es amenazada, que es por los fuertes, porque el derecho internacional, el derecho del trabajo y el respeto (en Irak o en Cuba) a los derechos humanos son las muestras del más alto grado de inteligencia colectiva: lo que algunos llaman 'inteligencia compasiva' y que nosotros llamamos solidaridad.

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