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Lealtad, 1

La expectativa que nunca existió

La liturgia de la presentación de los resultados de las empresas que cotizan en Wall Street ha vuelto a imponer sus criterios, que no son otros que amagar antes de la publicación de las cuentas para luego no dar en la diana, porque éstas superan las expectativas.

Cuando se han presentado balances equivalentes a un tercio de las compañías cotizadas, los analistas se desdicen y niegan la mayor. Las expectativas de empeoramiento de los resultados han sido falsas, luego las expectativas, como sucede desde hace mucho tiempo en Wall Street, no existen.

A este desvarío se llega por el simulacro que hacen los gestores y responsables de las empresas semanas antes de la hora cierta de dar a conocer los balances. Se pinta todo de negro para que luego salga un color verdiblanco. Así, hace un mes el consenso de analistas preveía un crecimiento del beneficio medio del S&P 500 del 8,5% para el primer trimestre del año. En enero, como hecho curioso, se apostaba por una mejora entre el 11% y el 13%. Vinieron luego los profits warning, las advertencias sobre resultados peores de lo esperado, y se empeoró la previsión por debajo de los dos dígitos.

Ahora la apuesta sube de tono y los que se consideran buenos analistas del mercado prevén que el beneficio medio de las compañías del principal índice de Wall Street subirá un 10,5%. La liturgia, en fin, sigue y los participantes en el mercado, generalmente fondos de alto riesgo y especialistas en derivados, desoyen otras noticias económicas muy negativas, como lo fue al cierre de la semana pasada el indicador de confianza de los ciudadanos estadounidenses.

Los observadores van más lejos en sus apreciaciones al destacar que, pese a la mejora esperada de los resultados, ésta será insuficiente para justificar valoraciones tan elevadas como las que registra Wall Street. En la nueva burbuja hay mucho, también, de patriotismo guerrero.

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