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Ibex 35

El lenguaje de los símbolos se instala en las Bolsas del mundo

Andan a la greña los analistas de nuevo cuño por el cálculo de la prima de guerra, cuando los bolsistas de siempre saben que es imposible de calcular. Si fuera algo tan simple como una fórmula matemática, no habría periodistas, abogados, maestros, albañiles o guardias jurados. Todo el mundo, como ya escribió el maestro Kostolany, se dedicaría a la fácil y lucrativa tarea de especular en Bolsa. La Bolsa es Bolsa, porque es impredecible. Es un axioma antiguo, pero cada generación que entra en el juego la niega, hasta que esa generación se arruina y entra en lid otra.

No son tiempos, empero, para teorizar, y así lo asumen los sabios. Son épocas de auge y de gloria de la propaganda. Son momentos en que el lenguaje de los símbolos, el poder de la metafísica más retrógrada lo acapara todo. ¿Qué importa que antes del comienzo de la invasión a Irak los analistas más sesudos calculasen que las Bolsas habían caído un 15% adicional por la incertidumbre bélica si luego los índices lo desbaratan todo?

Cuando los líderes estadounidenses decidieron invadir Irak, el mundo de las finanzas se apiñó, porque, entre otras cosas, era fácil intervenir en los mercados. La ausencia de inversores finales facilita ahora, como hace unos meses, la manipulación de los mismos a través de los derivados.

Obviar que la recuperación de las Bolsas comenzó una semana antes del conflicto de la mano de los hedge fund puede resultar peligroso para los que ahora invierten todo lo que tienen, incluso lo que no tienen. Desconocer que estos fondos de alto riesgo, en los que participan como accionista destacados prohombres de la economía y de la política de Estados Unidos, como ya se constató en la gran crisis rusa del verano de 1998 (Alan Greenspan tocó la campana salvadora) puede resultar dramático, porque estos fondos no han vendido en los dos batacazos que los mercados se dieron a continuación del inicio de la contienda.

Los mercados viven momentos de una sofisticación técnica sin precedentes. Los que mueven los hilos saben, no obstante, que la situación no se mantiene en el tiempo. Por eso, recurren al lenguaje de los símbolos y cacarean que este fin de semana el G-7 salvará a las Bolsas del infierno y que los mercados no se desmoronarán más por los siglos de los siglos.

Las Bolsas, en fin, se han movido en las aguas de los efectos orquestales. El peligro está en el día después, aunque se ha iniciado ya una fuerte ofensiva psicológica para que no se abra el telón y que la representación siga en la trastienda.

Aumenta la presión al BCE

Más gasolina al fuego de los tipos de interés. Los monetaristas no desisten.Y lo que es más importante, desprecian el ejemplo japonés y la enésima caída de tipos de interés en Estados Unidos que sólo ha servido para engordar las burbujas inmobiliaria y de bonos.Las iras vuelven contra el Banco Central Europeo. ¿Por qué no baja los tipos de manera drástica? Se preguntan en grandes titulares los periódicos de color salmón del Reino Unido. Es sospechoso, claro está, que la presión mediática proceda de Londres. Sería nefasto que las autoridades europeas siguieran este discurso.La propaganda sigue en cualquier caso. En Inglaterra abundan las apuestas. La última es que el Banco Central Europeo bajará los tipos de interés en mayo, porque Alemania está agotada y los grandes brotes inflacionistas en las economías que más crecen no deben importar a la máxima autoridad monetaria europea.La propaganda del Reino Unido no repara en los efectos favorables o de un nuevo, hipotético, recorte de los tipos de interés, porque no les importa.

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