Las tropas estadounidenses toman Bagdad y el régimen iraquí se derrumba
La enorme estatua de Sadam Husein ya no corona la céntrica plaza Farduss, en Bagdad. Una grúa conectada a un tanque estadounidense la derribó ayer por la tarde a petición de decenas de iraquíes que salieron a la calle a celebrar la entrada de los soldados estadounidenses. No es el fin de la guerra, como los mandos estadounidenses manifestaron, pero sí el comienzo del fin.
De forma espontánea, decenas de iraquíes se habían concentrado al pie de la estatua de bronce, que representaba a Sadam Husein de pie con el brazo derecho levantado, con la intención de derrumbarla. Inaugurada el 28 de abril de 2002 para celebrar el cumpleaños de Sadam, que cumplía 65 años, la estatua era un monumento más de culto al líder, de los que la capital iraquí está repleta.
El derribo de los 25 metros de la estatua (incluido un pedestal de piedra sobre el que descansaba), grabado en directo por las televisiones internacionales presentes en Bagdad, fue el símbolo del desmoronamiento del régimen iraquí.
Antes de derribarla, un soldado estadounidense que participaba en la operación envolvió la cabeza de Sadam en una bandera estadounidense, pero en seguida la retiró. Una vez caída la estatua, los iraquíes, que celebraban el fin del régimen iraquí, se aglomeraron sobre los restos para pisotearlos.
Desde por la noche, miles de tropas estadounidenses habían penetrado en la capital iraquí por el oeste, noreste y sur sin apenas encontrar resistencia alguna.
Los bagdadíes se despertaron por la mañana sin el ensordecedor sonido de los bombardeos ni disparos. Fue una de las noches más tranquilas en 21 días de guerra. En su entrada en la capital, los soldados no vieron signos de ninguna fuerza del orden: ni policías ni personas uniformadas en las principales calles. Ni siquiera el ministro iraquí de Información, Mohamed Said al Sahaf, quien ha estado apareciendo a diario en la televisión para negar los avances de las tropas coaligadas, dio ayer señales de vida.
La falta de autoridad en Bagdad propició que los iraquíes protagonizasen actos de pillaje y procedieran al saqueo de las tiendas y edificios oficiales que quedaban en pie. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) suspendió temporalmente todas sus actividades en Bagdad debido a la situación 'peligrosa' y de 'caos' que reina en la capital iraquí, según confirmó la sede central del CICR en Ginebra.
'Nuestros delegados y personal local son incapaces de moverse por Bagdad desde esta mañana. Dada la caótica y totalmente impredecible situación en la ciudad, moverse de un lado a otro conlleva riesgos incalculables', afirmó en un comunicado, en el que anunciaba, además, la desaparición de uno de sus delegados, de nacionalidad canadiense.
El Ejército de EE UU dijo que se había llegado al punto crucial cuando la gente se había dado cuenta de que el Gobierno de Sadam había terminado.
Sin embargo, la Administración estadounidense reconoció que no sabía el paradero de Sadam ni de sus hijos. 'No se conoce si Sadam y sus hijos estaban presentes o si sobrevivieron al ataque', dijo un funcionario de la CIA. El lunes los aviones bombardearon un búnker en el que se sospechaba que se encontraba el líder iraquí.
Pese a la toma de Bagdad, el general Vicent Brooks advirtió desde el cuartel general del Comando Central, en Doha, que la guerra continuaría contra los 'apéndices del régimen' que quedan en varias partes de Irak.
Celebración de los kurdos
Las fuerzas anglo-estadounidenses tienen todavía que conquistar varias ciudades del Norte, como Mosul, Kirkuk y Tikrit, la ciudad natal de Sadam, a 175 kilómetros de la capital.
En Irbil y Sulaymaniya, las dos mayores ciudades del Kurdistán iraquí, las celebraciones comenzaron a primeras horas del día, a medida que las televisiones mostraban las imágenes del avance estadounidense en la capital iraquí, y poco a poco se convirtieron en manifestaciones multitudinarias.
En la capital del Gobierno autónomo, Irbil, miles de personas se lanzaron a las calles con banderas del Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y de su líder histórico Mustafá Barzani, así como con enseñas norteamericanas.
Unos 1.300 civiles iraquíes han muerto en tres semanas de guerra, según fuentes iraquíes, que no han ofrecido estimaciones de las bajas militares. Las fuerzas anglo-estadounidenses han admitido 129 bajas mortales y han tomado 7.300 prisioneros.
EE UU ha identificado hasta ahora 99 soldados muertos, ocho desaparecidos y siete tomados prisioneros. Entre las tropas británicas ha habido 30 muertos, 16 de los cuales fueron víctimas de accidentes, cinco del fuego amigo.
En las filas kurdas hubo al menos 18 muertos en un ataque por error de la aviación estadounidense contra una columna de milicianos.