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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El abandono del mundo rural

Con los datos de población del Censo de 2001 pueden confirmarse todas las tendencias de largo plazo que ya se habían reiteradamente advertido en décadas anteriores. La localización de la población española está guiada por una dinámica irreversible que tiende al vaciamiento del mundo rural profundo que se sitúa fuera de los ejes de desarrollo y polos de concentración que, a su vez, siguen acumulando población y actividad económica. De este modo se confirman como tales el valle del Ebro, el valle del Guadalquivir, la práctica totalidad de la periferia costera española, incluyendo los espacios extrapeninsulares, y Madrid con toda su área de influencia, que arrastra a Guadalajara, Toledo y Segovia.

Si exceptuamos el retroceso de Vizcaya y Guipúzcoa, que, sin duda, se explica debido a causas específicas, la regresión poblacional se sigue produciendo principalmente en Castilla y León (toda la región, excepto Valladolid y Segovia), Cáceres, la Galicia rural (Lugo, Ourense) y Asturias, así como en Teruel y en Cuenca. Salvo estas dos últimas provincias, se trata, por tanto, del cuadrante noroeste, prolongado en la frontera hispano-portuguesa por toda la zona montañosa y de dehesas extremeña. Es una parte muy notable del territorio español al que el proceso de desarrollo económico no ha sabido, ni podido, aportar soluciones.

En la configuración de esta situación de declive se han unido limitaciones de medio físico (orografía, altitud, etcétera) y climatológicas, su excentricidad respecto al proceso de construcción europea y, en dicho contexto, su vocación agraria lechera y cerealista que han terminado por reforzar el abandono rural, ya muy avanzado en 1986.

La irreversibilidad de este proceso de vaciamiento poblacional se consolidó por el carácter selectivo de la emigración, que afectó en mayor medida a los jóvenes, a las mujeres y, de entre ellos, a los más dinámicos. Luego vino el reajuste y la concentración de los servicios públicos, con la desaparición de los maestros, la lejanía de los servicios sanitarios, el retraso o inexistencia de infraestructuras y de cobertura en las telecomunicaciones. Algunas comarcas rurales del interior peninsular, que sufrieron el proceso migratorio inicial, han corregido su trayectoria en los últimos años, debido a las nuevas tendencias hacia la desconcentración urbana en zonas próximas a polos excesivamente congestionados, o bien por las nuevas expectativas que se generan en la agricultura de carácter mediterráneo, tras la adhesión de España a la UE, que se reflejan de modo evidente en la Andalucía interior y en La Mancha, excepto Cuenca.

La dinámica económica de una sociedad basada en el mercado tiende a reforzar las limitaciones naturales y sin una estrategia pública correctora de estos desequilibrios no cabe esperar más que la intensificación futura del abandono rural en estos amplios espacios. España renuncia al aprovechamiento de una buena parte del territorio y de los recursos existentes. Además, la concentración de población en el resto del territorio va generando mayores deseconomías, con el avance de la nueva miseria urbana, el deterioro de la calidad de vida, el incremento de la inseguridad y la congestión de infraestructuras y servicios de todo tipo. En realidad, los efectos perversos de este modelo socioeconómico se ven reforzados por la actual división de competencias institucionales, que han potenciado las estrategias autonómicas y europeas, vaciando de contenido la planificación económica nacional, carente hoy día de objetivos estratégicos. Los programas autonómicos muestran clara impotencia ante las poderosas tendencias duras de los mercados, al tiempo que las estrategias de la UE se orientan a conseguir objetivos que muchas veces provocan efectos irracionales.

Por ejemplo, Teruel quedó excluida como zona Objetivo nº 1 de los Fondos Estructurales, la futura ampliación dejará fuera a Galicia y Castilla y León de estos programas de desarrollo, las regiones lecheras españolas sufrieron unas condiciones de adhesión traumáticas debido a que se integraban en la primera potencia lechera del mundo... Si los desequilibrios territoriales han mantenido su tendencia de largo plazo durante los pasados años, cuando España se ha beneficiado espectacularmente de su carácter de país frágil en una UE a 15, ¿qué puede ocurrir a partir de ahora?

La nueva ampliación, los futuros acuerdos comerciales en el seno de la Organización Mundial del Comercio y la estrategia de desmantelamiento de la política agraria común que está promocionando con entusiasmo la Comisión Europea constituyen un escenario de futuro lúgubre para el mundo rural español que ha mostrado mayor fragilidad.

Sólo una estrategia estatal consciente de la necesidad de corregir los desequilibrios territoriales que le son congénitos a nuestra sociedad podría frenar, o paliar, la desarticulación definitiva de este país. El despoblamiento de ese mundo rural tendrá muchas consecuencias que, en su día, tal vez lamente hasta el Círculo de Empresarios.

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