Invertir y guardar la ropa
Lejos de esconder el dinero en el colchón, los ahorradores españoles siguen dispuestos a depositar su capital en fondos y responden a los nuevos productos financieros. Ahora bien, después de tres años de crisis, prefieren no elegir la Bolsa. Durante el primer trimestre del año, los fondos atrajeron 5.959 millones de euros en nuevas inversiones. De ellos, los productos de renta fija a corto plazo se llevan la palma, con 3.133 millones de euros de enero a marzo, seguidos de los garantizados de renta variable. El dinero busca fondos que, ante todo, preserven el capital invertido, a la vez que sale de los más arriesgados.
Los gestores reconocen que, por mucho que insistan en que la Bolsa está barata y representa una oportunidad a largo plazo, hoy resulta muy difícil vender un fondo de renta variable. Este hecho demuestra la madurez, ganada a golpe de crisis, del pequeño inversor, que no se ha dejado llevar por cantos de sirena como la subida del 14,7% registrada por el Ibex poco antes de comenzar la guerra en Irak. Las Bolsas internacionales han perdido más del 50% los últimos tres años y los ahorradores aún no ven el panorama suficientemente claro como para volver a la renta variable.
Conscientes de que lo que más valora el inversor es preservar su capital, bancos, cajas y agencias de valores han dirigido su esfuerzo a lanzar productos de carácter más seguro. El SCH, con el fondo Superselección, un garantizado de renta variable, parece haber detectado con nitidez la demanda actual de los ahorradores. En su primera edición, entre enero y febrero, este fondo captó 2.000 millones de euros y en el inicio su segunda campaña, lanzada en marzo, lleva captados 714 millones. En total, más de la mitad de las entradas de capital registradas en el trimestre. Otras entidades han tomado iniciativas enfocadas a atraer los capitales que se van de otros fondos, toda vez que desde el 1 de enero de este año el cambio de fondo no sufre carga tributaria. Algunas gestoras han optado por rebajar las comisiones, sobre todo en Fiamm, y otras ofrecen dinero al partícipe que contrate sus productos.
El ahorro da momentáneamente la espalda a la Bolsa, pero la alternativa elegida no pasa de ser un mal menor. El año pasado los Fiamm ofrecieron un rendimiento inferior a la inflación. Las condiciones de los fondos garantizados, por otra parte, están limitadas porque la volatilidad de la Bolsa y la incertidumbre económica han disparado el precio de las herramientas de cobertura que utilizan. Pero la dimisión del pequeño inversor no es para la Bolsa una noticia tan mala como aparenta. Aún deben purgarse los excesos de finales de los noventa y una de las condiciones para zanjar una crisis es la llamada capitulación del inversor. Que asuma las pérdidas, deje de esperar el rebote y salga del mercado. Entonces se genera una bolsa de dinero que no está en el mercado, pero, cuando mejoren las condiciones, estará dispuesta a regresar. En ese momento se podrá hablar de una recuperación sostenible.