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Guerra Irak/ Industria

La industria de defensa, un mercado billonario dominado por EE UU

La guerra contra Irak supone el mayor despliegue armamentístico de todos los tiempos. La industria de defensa es un negocio que mueve anualmente en torno a un billón de dólares y el 40% procede del Presupuesto estadounidense. Un pastel que se reparten mayoritariamente gigantes como Boeing, UTC y Lockheed Martin y que también ha llegado a Silicon Valley.

Si Samuel Colt y su revólver del calibre 45 levantasen la cabeza, comprobarían cómo ese arma recargable ha transformado el curso de la historia. La guerra contra Irak se ha convertido en el campo de batalla para las nuevas tecnologías, algunas de ellas ya probadas por el Ejército estadounidense hace 12 años, y otras, las más innovadoras, han dado paso a desarrollos de empresas punteras en tecnología de la información. El Pentágono ha denominado la evolución tecnológica del sector de defensa como 'la revolución en los asuntos militares'.

El presidente George Bush aprobó para este ejercicio un presupuesto récord para defensa, más de 393.000 millones de dólares se destinarán durante este año a la lucha contra el terrorismo. EE UU se lleva aproximadamente el 40% del presupuesto mundial de defensa, que asciende a cerca de un billón de dólares anuales.

En los últimos años, la industria estadounidense se vio impulsada por carteras récord de pedidos, reformas clave en la adaptación a nuevas tecnologías, fusiones y adquisiciones cuyo coste ascendió en 2001 a 30.000 millones de dólares, y un proceso de reducción de puestos de trabajo. Los analistas consideran que la guerra en Irak no va a alterar significativamente los planes de la industria, ya que los contratos del sector tienen horizontes temporales de entre 5 y 15 años como mínimo.

Casi un millón de ciudadanos estadounidenses trabajan y viven de forma directa de esta industria. Las ocho mayores empresas del sector facturaron en 2002 un total de 187.941 millones de dólares, casi el doble del PIB irlandés. La tasa de crecimiento de la industria para 2003 prevista por los analistas se sitúa alrededor del 4%, según Robert Friedman de Standard & Poor's. 'La tendencia es diferente entre la parte dedicada a I+D, que supone el 50% del presupuesto militar total y que esperamos que crezca a un 7% y la parte de armamento, el 20% del sector y un ratio de crecimiento del 3,3%'.

Líderes tecnológicos

El estudio publicado por el Centro para la Información de Defensa (CDI) en su informe para el año 2001-2002 asegura que las 15 primeras empresas militares estadounidenses se hicieron con el 40% de los contratos de defensa del Gobierno federal en 2000. Del total de 133.200 millones de dólares, 56.200 millones fueron a parar a la construcción de aviones cazabombarderos F-16 de Lockheed Martín, F-15 de Boeing, misiles Tomahawk y Patriot de Raytheon, submarinos nucleares de General Dynamics, o F/A-18 de Northrop entre otros.

La cabeza del sector de la defensa estadounidense está coronada por Boeing. El gigante de la aviación, que tiene más de 6.000 aviones militares vendidos en más de 23 países del mundo, integró el pasado ejercicio sus divisiones de aviación militar, sistemas de misiles y comunicación espacial en una sola división denominada sistemas integrados de defensa. Boeing aumentó sus beneficios en este área un 11,2%, alcanzando los 1.564 millones de dólares en 2002.

Le sigue de cerca United Technologies Corporation (UTC), nombrada por tercer año consecutivo la 'compañía más admirada' en el sector aeroespacial por la revista Fortune, cuyo beneficio neto alcanzó en 2002 los 2.200 millones, un 15% más que lo obtenido el año anterior.

Entre las empresas punteras en tecnología militar está la compañía integradora de sistemas y tecnología aereoespacial Lockheed Martín, que produce el cazabombardero Raptor junto a Boeing y Dynamics. En 2001 alcanzó su punto récord de pedidos, que ascendió a 40.000 millones de dólares tras arrebatar a Boeing el mayor contrato de defensa de la historia, 200.000 millones de dólares para la construcción en 30 años del Joint Strike Fighter. Durante el ejercicio 2002 Lockheed consiguió salir de dos años consecutivos en pérdidas y obtuvo beneficios de 500 millones.

Northrop Grumman, la quinta empresa del ranking publicado por la revista Fortune y la empresa del sector que mayor aumento de beneficios tuvo en 2002 con un 48%, alcanzó los 745 millones de dólares en sus resultados.

ârdenes de reposición

Raytheon, que emplea a más de 80.000 personas, obtuvo ingresos en 2002 por casi 16.900 millones de dólares (15.586 millones de euros). Según The Wall Street Journal, analistas de Merrill Lynch creen que es una de las empresas favorecidas por el conflicto, ya que produce los misiles Tomahawk intensamente utilizados por las fuerzas aliadas y cuyo coste de reposición unitario es de entre 500.000 y 700.000 dólares.

Los analistas consideran que la industria de defensa estadounidense se enfrenta en los próximos años a una coyuntura económica que no permitirá desembolsos por parte del Pentágono del calibre de los vistos en los últimos años. 'En estos momentos hay enormes inventarios y una presión política para controlar el déficit. Asimismo, la presión de los costes sociales derivados de la generación de baby boomers, impedirá que Defensa disponga de una partida ilimitada de gastos', asegura Friedman.

El negocio de la defensa también ha llegado a Silicon Valley. Compañías punteras de tecnología de la información como Hewlett-Packard o IBM aplican ahora sus desarrollos informáticos al negocio de la defensa y tratan de hacerse con un pellizco de los 60.000 millones presupuestados por el Gobierno estadounidense para tecnología de la información.

Otras empresas como Plantronics, Ball Aerospace, Time Domain, Talla Technology o Quantum 3-D también se adentran en esta industria con sus avances informáticos: software, radares, agendas electrónicas, tecnología táctil o simuladores. En muchos casos, los clientes tradicionales han tenido que conformarse con quedarse a la cola, por detrás de los pedidos de Defensa.

Los planes de estas empresas para los próximos años se centran en la defensa interna, la detección de armamento biológico, la aplicación de tecnologías al desarrollo de munición y las redes de transporte inteligentes. Un mundo incomparable al revólver de Colt.

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