La competitividad empresarial se reduce en turismo y construcción
Turismo y construcción, dos sectores sobre los que se ha sustentado gran parte del crecimiento de la economía española en los últimos dos años, empiezan a advertir síntomas de deterioro en la competitividad de sus empresas, lo que afecta a sus expectativas de negocio para el año 2003.
Esta es la conclusión más alarmante que refleja el informe sobre competitividad de la empresa española en 2002 y 2003, elaborado por las Cámaras de Comercio. Una iniciativa pionera de la institución cameral que muestra, en general, un escenario positivo para el conjunto del tejido empresarial español durante el ejercicio en curso, con un 82,9% de los empresarios que prevé mejorar o mantener su capacidad competitiva, tasa similar a la de quienes admiten haber tenido una evolución estable o positiva el año pasado.
Precisamente son los empresarios de la construcción quienes muestran una valoración más positiva de su competitividad en 2002, con un 46,3% de las empresas que declaran una evolución al alza, un porcentaje que, sin embargo, se reduce a sólo el 32,8% en cuanto a la previsión para este año, el más bajo de todos los sectores.
La desaceleración de la actividad por el estancamiento en el subsector de la vivienda, la política de precios altos y la subida de los costes de producción son los factores que, en opinión de los responsables del servicio de estudios de las Cámaras, inciden en el deterioro de la competitividad de las empresas constructoras.
Los precios inciden también negativamente en la competitividad de las empresas de turismo, sector que obtiene un 43,1% de expectativas favorables, inferior en 2,1 puntos a las del año pasado, y que se ve afectado también por el aumento de la oferta en destinos alternativos y la disminución de la demanda derivada del conflicto bélico en Irak.
Los sectores que prevén una evolución más favorable de su competitividad para este año son los de la industria y los servicios, con excepción del turismo, que alcanzan el 35,9% y el 43,5%, respectivamente, de empresas con expectativas de mejora de su capacidad de competir, frente a un 35,2% y un 36,8% que mejoraron en 2002.
El informe de las Cámaras recoge las opiniones de 2000 empresas distribuidas por todo el territorio nacional y aunque existe coincidencia entre los empresarios en que el tamaño de la empresa 'no es importante para la competitividad', los resultados del trabajo demuestran que las empresas grandes, de más de 250 empleados, son las que mejor opinión tienen sobre el comportamiento de la competitividad en 2002 y en las previsiones para 2003.
Calidad y formación
Respecto a las variables internas que los empresarios consideran que tienen más efectos sobre la competitividad, los más valorados son, en todos los sectores de actividad, la calidad y el servicio con el 95,6% y el 93,3%.
Una circunstancia que, como resalta el director del servicio de estudios de las Cámaras, Emilio Carmona, 'refleja un cambio de estrategia y la modernización de las empresas españolas que tradicionalmente enfocaban su competitividad vía precios y ahora enfocan sus políticas competitivas hacia variables de mayor valor añadido, en línea con sus competidoras del resto de las economías desarrolladas'.
Los factores de costes y precios figuran, junto con el personal, en un bloque intermedio con valoraciones entre el 75,7% y el 83,8%, mientras que la innovación, la diferenciación del producto y y el marketing ocupan los últimos lugares en la consideración de los empresarios.
La escasa relevancia que los empresarios dan a la innovación es un 'factor preocupante' para Emilio Carmona, quien insistió en que 'el crecimiento de la competitividad pasa por invertir y hacer políticas de formación, investigación y desarrollo, nuevas tecnologías y reformas en los mercados de bienes y servicios y trabajo'.
A este respecto, los resultados del informe de las Cámaras muestran que las políticas de formación de los trabajadores son las que tienen un mayor efecto positivo en la competitividad de las empresas. Así lo estiman el 72,3% de los empresarios consultados que, en segundo lugar, valoran las políticas macroeconómicas de estabilidad y las de apoyo a las nuevas tecnologías, con el 63,8% y el 60,7%, respectivamente.
La fortaleza del euro sólo afecta de manera importante para un 59,9% de las empresas consultadas, mientras que el trabajo no recoge el impacto del repunte inflacionista y el aumento de nuestro diferencial de precios con los competidores de la UE, pese a lo cual Emilio Carmona reconoció que es un 'asunto que preocupa a las empresas y hay que hacer esfuerzos para reducirlo'.