Las hormigas legionarias de Panamá
Los viejos bolsistas recomiendan aprender del entorno para tratar de comprender algunos de los asuntos que rodean las Bolsas. Hay ejemplos entre los animales que con frecuencia hacen más fácil la interpretación de actitudes y comportamientos bursátiles como los que se produjeron en las dos últimas sesiones de la semana pasada.
Aún no se han acallado los ecos de la súbita reacción de los mercados y nadie ha sido capaz, como siempre, de explicar y demostrar lo que sucedió en ambas sesiones. Unos dicen que ha sido una reacción técnica al alza que se ha desarrollado con la misma violencia con que se produjeron antes los movimientos a la baja. Otros van más lejos y apuestan por una intervención concertada de los bancos centrales del G-7 más en el terreno de las divisas (apoyo al dólar) que en la de la renta variable. En cualquier caso la actuación hipotética da resultados espectaculares, porque desde julio de 2002 Wall Street y dólar evolucionan al mismo compás fruto del trasvase rápido de fondos desde unas áreas económicas a otras.
Todo el mundo coincide en que hay mucha posición especulativa desde que estalló la burbuja tecnológica en marzo de 2000 y que los operadores cortos (vendidos) son los que manejan el cotarro y mueven los hilos a su antojo por el enorme apalancamiento que otorga la actuación con derivados.
El resto del mercado, los participantes osados que insisten en seguir los pasos, generalmente con el ritmo cambiado, de los que mandan en los mercados de futuros se comportan como las hormigas legionarias de Panamá (Eciton Burchelli). Son hormigas ciegas que se guían siguiendo el rastro de feromonas que dejan otras. El peligro está en la hormiga guía, porque si se despeña, un suponer, arrastra consigo a toda la comunidad.
Ambición y ceguera parecen haber sido la razón primera del estruendo reciente de las Bolsas.