La hora clave de Schröder
El canciller alemán, Gerhard Schröder, pronunció el viernes en el Bundestag un discurso clave para su carrera política y para el futuro de Alemania.'O nos modernizamos, o nos modernizarán las imparables fuerzas del mercado', sentenció el líder socialdemócrata de forma lapidaria durante una alocución en la que propuso recortes en el sistema de protección social más drásticos de lo que algunos esperaban. Además de reducir sensiblemente las prestaciones por desempleo, Schröder propone reglas de contratación más laxas para las pequeñas empresas y una reducción de las cotizaciones sociales que traerá consigo rebajas en la cobertura sanitaria de los trabajadores. El canciller avisó también que el mecanismo de pensiones públicas deberá ser revisado para hacer frente al acelerado proceso de envejecimiento de la población y pidió que se modifique el sistema de negociación colectiva sectorial.
El plan ha sido recibido con un rechazo frontal por parte de los sindicatos, tradicionales aliados políticos del Partido Socialdemócrata (SPD), que amenazan con recurrir al Tribunal Constitucional para frenar las reformas. Con lo cual parece claro que la promesa de invertir 15.000 millones de euros en sanear las arcas de los municipios más endeudados y potenciar la renovación de viviendas no ha sido suficiente para edulcorar la píldora de las reformas. Dentro de las filas socialdemócratas, figuras de gran peso político como Ottmar Schreiner, número dos del SPD, amenazan con rechazar las propuestas cuando sean votadas en el Parlamento. Y el principal partido opositor, la Unión Cristiano-Demócrata (CDU), reclama recortes del gasto social aún más profundos que los anunciados.
El canciller Schröder tendrá, pues, que demostrar enormes dotes de liderazgo si quiere sacar adelante unos cambios que la mayoría de los economistas consideran críticos para sacar a Alemania del anquilosamiento económico. El PIB germano creció un raquítico 0,2% en 2002 y permanece prácticamente estancado. El número de parados ha subido hasta 4,7 millones de personas en febrero. La Bolsa de Francfort ha caído 70% desde los máximos de hace tres años. Y la incertidumbre reinante ante la perspectiva de guerra en Irak no ayuda a mejorar las perspectivas a medio plazo.
El anuncio de que Alemania, Francia y Reino Unido lanzarán un plan conjunto para impulsar la industria europea no hace sino confirmar la sospecha que muchos economistas tenían hace tiempo: el milagro económico alemán se ha agotado y el país necesita ahora la ayuda de sus socios para salir del bache. Alemania, que durante décadas actuó como locomotora de la economía europea, no sólo se muestra incapaz de tirar del carro colectivo de la UE sino que ni siquiera está en condiciones de poner en marcha su propio motor. Ojalá que las discrepancias en la UE en torno a la crisis de Irak no impidan la puesta en marcha de éste y otros ambiciosos planes para la mejora de la competitividad que serán esenciales para la UE a medio y largo plazo.