2. Isidoro Álvarez: La devoción por el trabajo
El presidente de El Corte Inglés no tiene más afición que la de controlar las tiendas
2
Como su vecino de la izquierda, no ha concedido nunca una entrevista a un medio de comunicación. Y el repertorio fotográfico, al igual que el de Ortega, es bastante pobre: se limita a la recogida de algún premio o a la junta de accionistas anual de El Corte Inglés. Viste siempre con traje oscuro y corbata del mismo tono, le cuesta posar y nunca regala una sonrisa. A Isidoro Álvarez, nacido en Borondes (Asturias) hace 66 años, no se le conoce afición alguna, al margen de su devoción por el trabajo y los viajes que realiza al extranjero y que aprovecha para tomar nota sobre aquello que le llama la atención de los centros comerciales que visita. Huye de los actos sociales y aunque El Corte Inglés es una de las compañías más vistosas de España, que no escatima gastos ni esfuerzo en campañas publicitarias, Álvarez siempre se mantiene alejado de todo acto social que se precie.
No se sabe las horas que dedica a la empresa, pero sí que hasta los fines de semana los entrega por entero al oficio. No es extraño que algún cliente, así lo dice más uno, se lo haya encontrado paseando por sus tiendas un sábado por la tarde. Le gusta supervisarlo todo. Es de los que cree que un buen ejecutivo nunca descansa. Poco más se sabe de las costumbres del presidente de la mayor empresa de distribución española, que lleva bajo su espalda ser el culpable de la expansión de la red comercial de El Corte Inglés y de filiales como Hipercor, Viajes El Corte Inglés o el Centro de Seguros El Corte Inglés y toda una retahíla de empresas nacidas al calor de la matriz.
Nunca ha hecho ostentación de nada ni se conocen datos de su fortuna personal. Hijo de un vigilante jurado de una fábrica de armas de Trubia (Asturias), con 18 años y de la mano de su tío, Ramón Areces, entra a trabajar en la compañía, sigue sus consejos -que se resumen en dedicación absoluta, humildad y paciencia- y enseguida despunta como el sucesor. Durante un tiempo compaginó el trabajo en El Corte Inglés con los estudios de Económicas y Empresariales, con los que obtuvo un premio extraordinario. Ahí adquirió los conocimientos necesarios para dirigir un impero con El Corte Inglés y la jerga empresarial que necesitaba para manejarse en los negocios. Pero de lo que se empapó fue del ejemplo y del hacer de Ramón Areces, a quien no le gustaban los señoritos.
Pudo haberlo sido, pero no lo fue. Para evitarlo, Areces preparó concienzudamente su sucesión. Una de las frases que se le atribuye al patriarca, que decía que no creía en las herencias, 'me parecen inmorales, injustas y un criadero de señoritos', tal vez haya sido la que más marcara a Isidoro Álvarez, que sigue el ejemplo de su maestro de trabajar con austeridad, lealtad a la compañía y capacidad de entrega. En 1989 recibe la presidencia del El Corte Inglés y ahí sigue. De su jubilación tampoco nadie habla, pero le toca en un futuro no muy lejano.
Como todo buen líder que se precie, prepara su salida, pero sobre todo dejar todo listo para que quien tome las riendas garantice la continuidad de la compañía. También sobre él pesa la leyenda, pero continúa en la cima con discreción.