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América Latina

Los fundamentos económicos reflejan avances sólidos Ligeras apreciaciones en las divisas de la región Recuperación del peso mexicano

Los fundamentos de la economía peruana han arrojado resultados sólidos en 2002, a pesar de las crisis circundantes en la región y del panorama económico internacional. Las previsiones para 2003 hablan de una continuación de esta tendencia basada en la solidez de sus variables macroeconómicas.

De este modo, el PIB registró un fuerte crecimiento del 5,2% en 2002, el más elevado de América Latina, en un contexto de inflación reducida (1,52%). Por otro lado, el déficit por cuenta corriente se ha mantenido estable en un 2,1% del PIB, aunque cabe destacar el saldo positivo de la balanza comercial, 261 millones de dólares, cuando habitualmente es deficitaria.

Asimismo, los mejores resultados que presenta, tanto la actividad económica nacional como la demanda interna, han provocado un incremento de los ingresos tributarios, que hicieron que se alcanzara el objetivo de déficit presupuestario acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2002, 2,3% del PIB.

La economía peruana ha mostrado un comportamiento económico sobresaliente en 2002 frente al resto del área latinoamericana

Por otro lado, el Presupuesto para 2003 propone metas razonables tales como un crecimiento del PIB del 4%, una inflación del 2,5% o un déficit fiscal del 1,9% del PIB. En este contexto, la Administración de Alejandro Toledo parece estar en una cómoda posición financiera en 2003. Las necesidades ascienden a 2.700 millones de dólares, ya parcialmente cubiertas por varias emisiones de bonos internacionales por 1.250 millones de dólares, y dependen ahora de la colocación de bonos locales y del proceso de privatizaciones. A diferencia de lo ocurrido en 2002, el Gobierno goza de mayor credibilidad fiscal y no se espera que las ventas de empresas públicas previstas despierten demasiada controversia.

Este conjunto de factores ha creado un marco favorable que ha dado lugar a una considerable mejora de la calificación crediticia en 2002, que se sitúa en la actualidad en BB- y Ba3 (Standard & Poor's y Moody's, respectivamente).

Con todo persisten debilidades que frenan su acceso al grado de inversión, como su elevado endeudamiento, que supone un 49,2% del PIB, o la debilidad política de la Administración de Toledo, que hace que las reformas se desarrollen lentamente en un clima de consolidación democrática.

Las divisas latinoamericanas han exhibido, en general, una cierta apreciación. Tan sólo en Chile prosigue el movimiento depreciador. En México, la reciente recuperación del peso parece estar asociada a factores coyunturales que no deberían alterar su tendencia a la baja. En los dos casos, la debilidad está ligada a la incertidumbre geopolítica y a las malas expectativas de la economía mundial. La subida más notable corresponde a Argentina, donde la fuerte demanda de pesos sigue apoyando la recuperación.

El peso mexicano ha conseguido romper en esta última semana la senda depreciadora que había iniciado desde principios de 2003 y que lo había llevado a situarse en las 11,23 unidades por dólar.

Varios son los factores que han influido en este aparente cambio de tendencia. Por un lado, el anuncio por parte de la Comisión de Tipo de Cambio del cese en la acumulación de reservas internacionales ha dotado de cierta estabilidad a los mercados de divisas. A este hecho se le ha unido el posible recorte de tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense, que, dada la fuerte sincronía existente entre ambas economías, tendrá un efecto indudable sobre la cotización del peso.

Por último, la divisa mexicana estaría anticipando una inminente ampliación del corto. Así, a pesar de los datos positivos de inflación de febrero y la ligera mejora de las expectativas, la depreciación del 5,1% que ha sufrido el peso desde enero tendrá un evidente impacto en la inflación, lo que anuncia nuevas ampliaciones del corto, que podrían ser más contundentes que las anteriores ante la limitada eficacia de estas últimas. De hecho, no faltan quienes consideran que el Banco Central debería recurrir a otros instrumentos de política monetaria con efectos más directos sobre los tipos de interés. El Cetes-28, anticipando estos probables tensionamientos, ha proseguido su senda alcista, situándose en niveles de 9,6%.

Con todo, este repunte en la evolución del peso es meramente coyuntural. De forma que la tendencia continuará siendo a la baja mientras EE UU no ofrezca señales claras de recuperación.

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