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Columna
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Táctica y estrategia en la empresa

Manuel Pimentel explica las semejanzas entre la gestión de las empresas y de los ejércitos. En opinión del autor, el talento estratégico es más abstracto que el táctico, que es más ejecutivo, pero ambos son necesarios y compatibles

Son frecuentes las expresiones militares usadas en el mundo de la empresa. ¿La razón? Pues bien sencilla. Los ejércitos fueron las primeras organizaciones humanas encaminada hacia un fin concreto. Librar batallas y ganar guerras. Guardando las distancias, las empresas son también organizaciones humanas encaminadas hacia un fin, pacífico en este caso. Producir bienes o servicios para satisfacer demandas existentes en la sociedad, en competencia, además, con otras empresas.

Desde la más remota antigüedad los ejércitos se enfrentaron a las dificultades de la propia organización, a los organigramas de mando, a la transmisión efectiva de información y a las operaciones logísticas, por citar algunas funciones bien conocidas para los profesionales de la empresa. Los ingenieros militares tuvieron que ir evolucionando en paralelo a la tecnología de los armamentos. Nada tenía que ver la forma de organizar un ejército cuando se luchaba a brazo y espada que cuando aparecieron espingardas y cañones, o posteriormente aviones y misiles.

También la organización de las empresas ha ido evolucionando en función de las tecnologías disponibles. Es por estas similitudes, entre otras, por lo que las empresas tomaron mucha terminología de la organizativa militar.

A la dirección de las empresas hay que exigirle orientación estratégica, pero si no es capaz de llevar a cabo el día a día las compañías serán sencillamente inviables

Estrategia y táctica son conceptos habitualmente utilizados. Todos tenemos una idea aproximada de los que significan ambos términos. La estrategia sería una planificación de acciones a medio plazo, con el objeto de alcanzar la meta deseada. Táctica, por el contrario, sería la habilidad para superar misiones concretas. La estrategia juega con tendencias y futuros, mientras que la táctica tiene en cuenta las circunstancias reales.

El diccionario de la Real Academia nos ofrece las siguientes acepciones. Táctica: 'Arte que enseña a poner en orden las cosas. Conjunto de reglas a que se ajustan en su ejecución las operaciones militares. Sistema especial que se emplea disimulada y hábilmente para conseguir un fin'. Estrategia: 'Arte de dirigir las operaciones militares. Arte, traza para dirigir un asunto. En un proceso regulable, el conjunto de las reglas que aseguran una decisión óptima en cada momento'.

El ejército precisa de grandes estrategas para ganar guerras, y de brillantes tácticos que libren las batallas. De idéntica manera, una empresa necesita de orientación estratégica para la dirección y de habilidad táctica en su organización.

La orientación estratégica le indicará hacia dónde evolucionará el mercado y las demandas de los consumidores, el modelo de empresa al que se quiere llegar o le anticipará posibles dificultades con el objetivo de poder anticiparse a ellas. Una empresa sin estrategia ni visión de futuro es como un barco sin rumbo. Esa orientación estratégica es fundamental. Los empresarios de raza han sido, en muchas ocasiones, hábiles estrategas que anticiparon el futuro, a la vez que tuvieron capacidad de organización de personas.

A la dirección de las empresas hay que exigirles esa orientación estratégica. La táctica debe estar al servicio de la estrategia. La estrategia es hecha realidad mediante las tácticas concretas del día a día, del negocio a negocio. Ambas, estrategia y táctica, se precisan entre sí. Una empresa que no sepa llevar a cabo su estrategia en el día a día será como un barco con un adecuado sistema de orientación, pero con las velas rotas y sin gasolina para el motor.

Por el contrario, aquellas compañías que sólo cuentan con perfiles tácticos, pueden hacer buenos negocios concretos, pero será difícil que lleguen a articular una gran empresa. Las acciones cotidianas podrían contraponerse entre sí. Las organizaciones deben tener, por tanto, perfiles estratégicos y tácticos. Aunque ambos talentos son necesarios para su buen funcionamiento, los tácticos son imprescindibles. Los estratégicos se podrían llegar a adquirir del mercado, a través de la consultoría estratégica. Pero una empresa que no sea capaz de llevar a cabo su día a día será sencillamente inviable.

Estos conceptos de estrategia y táctica también se aplican al ajedrez. Le dijeron a Teimur Radyábov, el niño prodigio que logró derrotar al campeón mundial de ajedrez Gari Kaspárov, durante una entrevista: 'Usted impresiona porque domina el juego estratégico, y no sólo el táctico, como la mayoría de los adolescentes'. Respondió Radyábov: 'En el juego de la mayoría de los niños predomina el ataque, pero a mí me gustó desde siempre el juego posicional'.

Kaspárov, por su parte, considera las computadoras como invencibles en el juego táctico, aunque todavía les cuesta establecer estrategias a largo plazo. De hecho, cada vez que el campeón mundial se enfrenta a una máquina confía en superarla mediante juego estratégico, en el que todavía falla el ordenador. Parece que la mente humana es capaz de establecer estrategias que al ordenador, todavía, se le escapan.

El talento estratégico es más abstracto y complejo que el táctico, que es más práctico y ejecutivo, pero ambos son necesarios y compatibles. Párese un segundo a reflexionar. ¿Existen en su empresa estrategas y tácticos? Entre ambos, ¿qué talento tiene usted más desarrollado? La respuesta a estas preguntas le servirá, sin duda, para orientar los perfiles de su organización.

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