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Lealtad, 1

Las fisuras son ya grandes brechas

Sorprende una vez más que en los informes de situación y estrategia de los grandes bancos de inversión del mundo, que son los que mueven en la actualidad el cotarro de los mercados por la ausencia de inversores finales, no aparezca una reseña, aunque sea tibia y corta, respecto a la fragmentación de los poderes políticos por las situaciones enfrentadas que mantienen con la guerra contra Irak.

La debilidad de los mercados de acciones se mostró más acusada hace unas semanas, justo cuando el eje franco-alemán discrepó del formado por Estados Unidos, Reino Unido y España. Lo que entonces fue entendido como una fisura entre los aliados tradicionales de Estados Unidos se ha convertido ahora en una auténtica brecha al oponerse el eje franco-alemán a una segunda resolución de la ONU. Rusia se ha unido a esta entente y China no le hace ascos.

Los analistas, como se dice, no han mostrado una preocupación especial. Insisten, en lo que es ya una danza del vientre endemoniada, en comparar la guerra en ciernes con las anteriores, cuando se sabe que el aquí y ahora no se parece en nada al entonces. La situación económica es diferente en Estados Unidos y en el mundo (en la Guerra del Golfo Japón, por ejemplo, era una gran potencia y la globalización no era tan acusada); los tipos de interés eran sensiblemente más altos y, quizá lo más importante para los mercados, los multiplicadores eran más bajos, con un PER para el S&P en el entorno de las 12 veces, frente a las 40 veces de ahora si las cuentas se hacen bien.

A los analistas no les preocupa la enorme brecha abierta en el campo político internacional, pero sí a los responsables económicos y empresariales. Admiten ya sin ambages que Sadam ha logrado dividir la OTAN en dos grupos claramente diferenciados. Dos grupos que forjarán estrategias el día después. Quizá ahí esté el problema.

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