La aventura de un emigrante
Manuel Sánchez Cordero era uno de tantos extremeños que emigraron a Alemania a principios de los sesenta. Lo original de este emigrante era que en vez de ahorrar, como sus compañeros, invertía en su propia formación lo que ganaba en unos laboratorios de fotografía y artes gráficas, sector en el que permaneció unos quince años.
En 1977 regresa a España y se establece en Don Benito (Badajoz), en un piso de 50 metros cuadrados, con un préstamo bancario orientando su negocio al revelado y positivado para los fotógrafos profesionales de la zona.
Ese modelo de negocio tocó techo rápidamente y en 1985, tras sucesivas reformas y ampliaciones, piensa en una cadena de tiendas de fotografía respaldadas por un laboratorio central, que poco a poco extiende hacia otras provincias españolas.
Ahora, Max Color es un laboratorio fotográfico que da servicio a más de 400 fotógrafos profesionales de Badajoz, Cáceres, Córdoba, Sevilla y Huelva, con mensajería propia y externa. Además tiene una cadena propia de 15 tiendas de fotografía y cuenta con la tecnología necesaria para digitalizar, manipular e imprimir en papel fotográfico químico con una calidad aparente de 4.000 puntos por pulgada.
En la actualidad, el sector fotográfico está viviendo la mayor revolución de toda su historia. La aparición de cámaras digitales y la posibilidad de que el consumidor imprima sus fotos en casa puede ser causante del cierre de numerosos negocios que vivían del revelado. Max Color ha afrontado esta situación como un reto y ha hecho del peligro una nueva oportunidad de negocio. Fue pionera en el sector fotográfico del uso del tratamiento digital de la imagen. Desde el año 1994 viene dando servicios de digitalización e impresión de archivos de calidad 100% fotográfica. Hoy, en el año 2003, se puede decir que se ha pasado de un negocio basado en el revelado y positivado de fotos a un negocio dedicado al tratamiento de la imagen en general. Las imágenes se reciben en la central en soportes analógicos o digitales, sea carrete tradicional, tarjeta de memoria, CD, DVD, o bien mandan las fotos vía FTP a través de Internet. El cliente usuario de cámara digital puede elegir entre imprimir sus fotos en casa en su impresora, con un coste aproximado de un euro por copia, o llevarlas a Max Color, con un coste máximo de 0,34 euros por copia de la mejor calidad. En un plazo de 24 horas tendrá sus fotos disponibles en papel.
Para poder ofrecer todos estos servicios hay que disponer de la última tecnología en imagen digital, y ésta ha sido la apuesta de Max Color, que viene invirtiendo gran parte de los recursos generados en estar en primera línea tecnológica, disponiendo de uno de los mejores laboratorios digitales de España.
Los clientes ahora ya no son fotógrafos profesionales, sino que a éstos hay que añadir agencias de publicidad, instituciones, museos, universidades, arquitectos, infógrafos... gentes que necesitan que todo el proceso digital de una imagen: digitalización, manipulación, impresión, etc., sea del máximo nivel.
Ante las buenas perspectivas que se abren a esta empresa ha decidido ampliar sus instalaciones creando en 2003 un Centro de Procesado de Imagen, con laboratorios analógicos y digitales (éste con plató digital para catálogos y trabajos especiales). Esta inversión, sobre un suelo de casi 5.000 metros cuadrados y unas construcciones de más 3.000, se eleva a casi dos millones de euros. Serán inauguradas en el presente ejercicio.
La aventura emprendida en su día por este emigrante extremeño es hoy compartida también por su hijo Fran Sánchez, licenciado en Empresariales, en Psicología y en Ingeniería Informática de Gestión. Ambos han llevado a Max Color a una facturación en 2002 de seis millones de euros y emplean a 86 trabajadores directos en la empresa.