El dividendo y la solvencia
No corren buenos tiempos para el sector financiero internacional, en general, y para el europeo, en particular. El sector bancario ha acelerado su caída en Bolsa en lo que va de año. El índice Stoxx de empresas del sector se dejó ayer un 2,4% y ya retrocede un 10% desde que comenzó el ejercicio. Estas caídas se suman a las registradas ya durante el pasado ejercicio.
A esta mala situación bursátil, agudizada por la incertidumbre económica ante el posible estallido de un conflicto bélico en Irak, se une otra serie de factores, como la desconfianza de los inversores y un entorno con bajos tipos de interés -siempre negativos para la actividad bancaria-, y se suman los anuncios de malos resultados financieros.
Aunque en España la situación no es preocupante en estos momentos -al contrario de lo que sucede en otros países del entorno-, ya que se parte de unas elevadas ratios de solvencia y provisiones, lo cierto es que la prudencia se ha convertido en el catecismo del Banco de España. Es una política que siempre ha pregonado, pero que ahora intensifica y además se extiende al dividendo.
El director general del instituto supervisor, Pedro Pablo Villasante, no sólo recordó ayer a los bancos que deben reforzar sus recursos propios, sobre todo los de primera categoría (Tier I), sino también les recomendó que limiten el porcentaje del beneficio que destinan a dividendos (pay-out). 'La fijación del dividendo debe hacerse siempre en función del resultado del ejercicio', reclamó. Y, como guía, recomendó que la parte de los resultados destinados a reservas se sitúe, salvo casos excepcionales, en torno a la mitad del beneficio atribuido. De esta forma, el banco supervisor pide moderación en la política que aplican los bancos a la hora de retribuir al accionista (a menor resultado menor dividendo, y que nunca sobrepase el 50% del beneficio obtenido). El objetivo: aumentar la solvencia de la banca 'para generar internamente recursos propios de forma recurrente'.
La prudencia reclamada por el Banco de España es lógica. Sin embargo, contrasta con recientes declaraciones del gobernador de la institución. Jaime Caruana aseguró en octubre pasado que las decisiones sobre reparto de dividendo son potestad de las entidades financieras. Pero es que incertidumbre se ha convertido en la palabra más empleada por los banqueros a la hora de calificar y definir el presente ejercicio. No en vano ningún banco se ha aventurado a ofrecer previsiones para el año.
La eventual crisis de la banca alemana, y los avisos del BCE sobre los problemas que pueden desatarse en las entidades financieras europeas si estalla un conflicto bélico en Irak son suficientes mensajes para que el supervisor extreme su ya tradicional política conservadora. Aunque, en esta ocasión, los sacrificados sean los accionistas, que verán reducidos sus dividendos en favor de la solvencia bancaria.