Babcock desvió a su matriz alemana 20 millones que la SEPI aportó para sanearla
La venta de Babcock Wilcox a la multinacional alemana Babcock Borsig, cerrada en octubre de 2001 tras casi dos años de duras negociaciones con la SEPI, supuso la entrega de dinero público por adelantado, la cobertura por el Estado de las pérdidas de la empresa en los tres primeros años de actividad, así como el compromiso de subvencionar determinados compromisos de inversión por parte del grupo alemán. En total, 250 millones de euros.
Sin embargo, 20 millones han tenido un destino inadecuado, ya que fueron desviados desde España a la matriz, según distintas fuentes.
En octubre de 2001, Babcock Borsig AG pagó 45 millones de euros a la SEPI por los activos, saneados previamente por el Estado, de Babcock Wilcox Española y agrupados en una nueva sociedad, Babcock Borsig España (BBE). Inmediatamente, la SEPI aportó esos 45 millones, más otros 10 millones a la nueva entidad, según se recoge en la resolución de la Comisión Europea sobre las ayudas estatales, para el saneamiento previo a la privatización de Babcock Wilcox. Estos 55 millones se definen en el acuerdo de privatización como los 'fondos iniciales' que necesitaba la nueva empresa para arrancar.
Cinco meses después, BBE España realiza la transferencia de esos 20 millones de euros a su matriz, una práctica contable habitual en las multinacionales, pero que en este caso presenta dos objeciones: el dinero había sido aportado por el Estado para el saneamiento de una sociedad ruinosa y, además, ahora su devolución se presenta incierta debido a la suspensión de pagos de la matriz, que se produjo cinco meses después de la desviación del dinero.
Flujo de caja
En ningún caso, esos 20 millones pueden proceder de la generación de caja de la filial española, ya que, tal y como recoge el acuerdo de privatización, esta empresa tiene previsto registrar un flujo de caja negativo en los tres primeros años de operaciones de 102 millones, de los que 100 millones serán cubiertos por aportaciones de la SEPI.
Finalmente, el plan preveía que la sociedad estatal financiara 95 millones de los 135,5 que se comprometía a invertir el grupo alemán en la empresa española. Esta ayuda no ha sido necesaria, ya que ningún apartado de este plan ha sido cumplido por Borsig.
La desviación de estos 20 millones de euros ha causado gran indignación entre directivos y empleados de Babcock España, así como en la propia SEPI.
La sociedad estatal se limita a afirmar que desconoce el destino que los responsables de la compañía dieron a estos fondos. La dirección de la filial española afirma que no tiene nada que decir.
UGT denuncia que Borsig no puede garantizar el futuro de BBE tras renunciar a incluirla en la filial saneada, Babcock Borsig Power System, creada para salir de la suspensión. Esto supone que quien tendría que devolver los 20 millones es la parte del grupo alemán que no tiene viabilidad. El sindicato exige que la SEPI recupere el control de BBE.
Duro Felguera renuncia a la compra de su histórico rival
Duro Felguera anunció ayer su renuncia a la compra de Babcock, después de analizar durante casi un mes las interioridades de su viejo competidor en bienes de equipo. Atrás queda la última posibilidad de concentrar este sector en un único productor nacional, después de la desaparición de Mecánica de la Peña. La corporación asturiana no explicó sus razones, pero fuentes del sector sostienen que en la decisión del grupo que preside Ramón Colao ha pesado la necesidad de realizar un ajuste laboral en Babcock, que hubiera afectado a unos 250 trabajadores, sobre un total de 650. Además del conflicto de un proceso como éste, su coste sería muy alto, sobre todo en comparación con las compensaciones económicas recibidas por los empleados a los que se dio la baja anteriormente. Por otra parte, Duro también tendría que apoyar con carga de trabajo a Babcock, lo que en la práctica supone el traslado de pedidos de Asturias al País Vasco. Por citar más obstáculos, hay que destacar la diferencia entre las escalas salariales de ambas compañías, sensiblemente más alta en el caso de Babcock. Además, los sindicatos del País Vasco se habían mostrado recelosos ante un proceso de integración empresarial para formar un grupo en el que hubieran tenido menos peso específico. Por su parte, la SEPI se limitó ayer a manifestar que seguirá buscando soluciones para Babcock, aunque los posibles socios son cada vez menos. Entre los candidatos que no vuelven, figuran los grupos Kvaerner y McDermott, noruego y estadounidense, respectivamente, que en la actualidad tienen que hacer frente a sus propios problemas. Otra posibilidad perdida es la de la corporación japonesa Hitachi, que estuvo interesada por el negocio de ingeniería de Babcock, según fuentes del sector.