Lecciones para gestionar el Inem
Linda Levy es una joven funcionaria británica que trabaja de cara al público en una oficina de empleo de Liverpool (Reino Unido) y que durante un mes se ha convertido en una entusiasta trabajadora de la oficina del Inem del barrio sevillano de Triana.
No se trata de una de tantas becas para aprender español en Sevilla, sino de un nuevo programa de intercambio de funcionarios que han puesto en marcha, en enero pasado, el Ministerio de Empleo y Pensiones del Reino Unido y el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales español. El objetivo es que estos funcionarios vean qué tipo de prácticas pueden copiarse de las oficinas de empleo del vecino europeo.
Las experiencias de Linda y otras dos compañeras, Sal Hopkinson -que estuvo en las oficinas centrales del Inem en Madrid- y Judy Howells -que analizó los servicios españoles contra el fraude en las oficinas de Madrid y Sevilla-, han sido 'inmejorables', según sus palabras, y ayer se preparaban para volver a casa con la mochila 'llena de ideas para contar a nuestros jefes', aseguraban. Sin olvidar llevarse consigo las recetas 'de las patatas bravas y el pescaíto frito', bromeaba Levy.
Al explicar cuál es la mejor práctica del Inem español para exportar al británico, Judy Howells no dudó un momento y se mostró realmente impresionada por el sistema informático de registro de las 'vidas laborales' de todos los asalariados españoles existente en la Seguridad Social.
Según este registro, cualquier trabajador del Inem puede comprobar desde su ordenador si la persona que está demandando trabajo o prestación está ya trabajando de forma regular, en función de si está o no dado de alta en la Seguridad Social.
'Esto es imposible en el Reino Unido, allí si queremos asegurarnos de que el parado no comete fraude tenemos que llamar directamente al empresario' y preguntarle si efectivamente el demandante (de empleo o prestación) ya no trabaja para el, señala Howells. 'En ocasiones la respuesta del empresario nos llega meses más tarde y así es imposible luchar contra el fraude'. De hecho, el Reino Unido está preparando un sistema de registro similar, que esperan empiece a funcionar en 2005.
Otro de las cosas que las funcionarias británicas trasladarán a sus superiores para desarrollar a imagen y semejanza del sistema español es la red de escuelas taller y talleres de empleo para jóvenes, mujeres, parados de larga duración y discapacitados. En el Reino Unido no existe nada similar y a Linda Levy le pareció especialmente interesante su visita a la Escuela Taller de Morón de la Frontera (Sevilla), dedicada a la recuperación del patrimonio histórico español.
Sin embargo, no todo han sido ideas para importar, sino que las funcionarias británicas encontraron también numerosos fallos de funcionamiento en las oficinas de empleo españolas. La principal lacra del Inem en opinión de estas jóvenes británicas es la falta de personal para atender al público. Algo que las tres han destacado en sus informes es que 'los funcionarios españoles lo hacen lo mejor que pueden para los poquísimos recursos que tienen'.
Problemas de personal
Sal Hopkinson detectó en una de las oficinas del Inem del madrileño barrio de Salamanca un problema común en casi toda España, cuatro funcionarios estatales se ocupan de la gestión, reconocimiento y pago de prestaciones y son los que más trabajo concentran y mayor número de personas atienden, mientras que una veintena de trabajadores dependientes de la Comunidad de Madrid son los encargados de las políticas activas que, sin embargo, no aglutinan tanta cantidad de trabajo.
Este reparto del trabajo es desproporcionado y esto se traduce en un mal servicio al desempleado, concluyen. No se trata sólo de aumentar plantilla, sino de racionalizar su distribución. En ese sentido, explican que en el Reino Unido hay una serie de trabajadores que son claves. Por ejemplo, en cada oficina británica existe una persona que recibe a los parados en la puerta y les distribuye por los mostradores según lo que vayan a hacer. Se trata de una idea que los británicos copiaron de los franceses y que ahora recomiendan al Inem.
Las británicas encontraron también un importante déficit de 'orientadores personales', aunque entienden que contar con una red de asesores individuales es más sencillo en el Reino Unido, con una tasa de paro del 5% frente al 11,4% en España.
Tras estas sugerencias, sólo queda escuchar la experiencia de los tres funcionarios españoles en las oficinas de Sheffield y Edimburgo.
Las oficinas de empleo necesitan un lavado de cara
El Reino Unido quiere que las lúgubres oficinas de empleo que Ken Loach ha enseñado en muchas de sus películas pasen a la historia y, al parecer, el Gobierno de Tony Blair lo está consiguiendo. En abril de 2002 se fusionaron las oficinas de empleo y las de la Agencia de la Beneficencia para crear por todo el país las instalaciones del moderno Job Center Plus. Con casi 100.000 trabajadores, este nuevo organismo centraliza los servicios de atención a los parados, pago de prestaciones y ayuda personalizada para encontrar un empleo. Pero la clave del éxito de estas nuevas oficinas ha sido, entre otras cosas, el tavado de cara que se les ha hecho. Las nuevas instalaciones cuentan con un nuevo mobiliario, moderno, funcional y de vivos colores (fucsia y verde chillón), que ya todo el mundo identifica como los de las oficinas de empleo. No han olvidado tampoco las últimas tecnologías. Las oficinas del Job Center Plus cuentan con numerosas pantallas táctiles donde el desempleado puede acceder a las ofertas de empleo de todo el país. Tampoco pasan por alto los nuevos detalles de la indumentaria de los trabajadores, ellas con bufandas y ellos con corbatas, con los colores verde y fucsia de las oficinas. Además, todos tienen la obligación de llevar una tarjeta con su nombre y apellidos, al entender que eso hace más cercano el trato con el desempleado. Estas recetas, junto con una atención detallada a los empresarios, han hecho que el Inem británico intermedie en más del 50% del mercado de oferta y demanda de empleo, frente al 15% en España.