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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las casas, por las nubes

Los precios de las casas no cesan de subir. En 2002 crecieron un 17,1% en toda España, según los informes entregados al Ministerio de Fomento por las sociedades de tasación autorizadas por el Banco de España. Pero en los cinco últimos ejercicios, desde que se inició esta prolongada escalada especulativa en los activos inmobiliarios, los precios de la vivienda han subido un 82,4%, lo que supone que, en la práctica, se han duplicado. Si estos datos asustan a los compradores de vivienda en general, generan escalofríos en algunas comunidades autónomas como Madrid, donde los precios finales de las casas han subido un 25% en 2002 y prácticamente un 100% en el quinquenio del boom.

Compradores y Gobierno se darían con un canto en los dientes si el ciclo acelerado de revalorización de los inmuebles parase aquí. Pero no hay síntomas que lo confirmen. De hecho, 2002 ha sido el año en el que más han subido los precios, pese a que todos los agentes, especialmente los que manejan la oferta, hablaban hace un año de que el ciclo tocaba a su fin. Como pista sólo disponemos de un dato: el número de viviendas a iniciar este año se reduce un 20% sobre las de 2002. El dato puede interpretarse como un enfriamiento del mercado, pero también puede causar un nuevo rebote de precios finales por contracción de la oferta de casas nuevas.

Lo que ha ocurrido en los dos últimos años en los mercados ha sido un agitador del mercado de la vivienda. A la afloración masiva, nunca cuantificada, de dinero negro por la llegada del euro, que ha supuesto una desviación muy importante de recursos hacia los inmuebles, hay que añadir la atonía en la que se encuentran los mercados financieros desde la primavera de 2000. Tres años consecutivos de pérdidas en los precios de las acciones han echado literalmente del mercado a inversores de tipo medio, que han optado por la seguridad del rocoso ladrillo, y han abandonado la volubilidad de las acciones. Tradicionalmente, en periodos largos de tiempo, la rentabilidad de la Bolsa siempre ha batido a la deuda y a la propia vivienda; pero ahora está en crisis tal aseveración, y una de cada tres compras de vivienda en los últimos años tenía finalidad financiera.

Estas desproporcionadas subidas de precios son el resultado del funcionamiento, casi libre, del mercado inmobiliario. Casi libre, porque muchas veces las deducciones fiscales establecidas en el IRPF se convierten más en gasolina para el mercado que en moderador del coste para el comprador.

Tanto el Gobierno como la oposición están alarmados por la marcha de los precios; pero no logran ponerse de acuerdo para consensuar una fórmula que ponga más suelo en circulación y enfríe el mercado. De tal pacto, imposible en vísperas electorales y cuando está en juego la financiación de los ayuntamientos por recalificación de solares, depende que centenares de miles de jóvenes puedan comprar una casa sin endeudarse de por vida y sin tener que recurrir al consuelo de que el dinero es ahora barato.

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