_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No está hecho todo en el IPC

La inflación dio un respiro en enero. El índice de precios de consumo descendió cuatro décimas e impulsó una caída de la tasa anual (la generada en los últimos 12 meses) de tres décimas, hasta el 3,7%. En realidad, el mes de enero ha proporcionado a la moderación de precios lo que quitó enero de 2002. Unas rebajas más abultadas que hace un año, una subida de carburantes más moderada que en enero de 2002 y el fin del efecto inflacionista que la llegada del euro y su redondeo provocó en buena parte de bienes y servicios han devuelto la inflación a su sitio.

Pero más allá de este pequeño alivio, merece la pena que conserve consistencia la reducción de la inflación subyacente, la estructural, la que excluye los alimentos frescos y la energía, justo los componentes más volátiles de la cesta de la compra de los españoles. La tasa subyacente ha descendido hasta el 3,2%, cifra desconocida desde febrero de 2001, fundamentalmente como consecuencia de la caída en los precios de las manufacturas industriales. Sin embargo, la gran mayoría de los componentes estructurales, cual son los servicios, mantienen tasas de avance anual del 4% o superior, en buena parte como consecuencia de que los operadores económicos que los colocan en el mercado carecen del estímulo de la competencia, necesario para estrechar su margen y mantener el mercado.

Casi tres años van a hacer del plan de choque que el Gobierno decretó el Día de San Juan de 2000 para luchar contra la inflación. Pero los efectos no han llegado y sus expectativas se han diluido entre una liberalización pacata, una demanda pujante y un afán de ganar margen muy tradicional en España. Pero, mientras la Contabilidad Nacional refleja cómo la mitad del deflactor del producto la proporcionan los excedentes empresariales, la Administración acude en socorro fiscal del sector turístico, por ejemplo, sin duda uno de los primeros agitadores de la inflación en los últimos años. Las llamadas a la moderación en la formación de precios se han tornado en nuevas ayudas en sectores que gozan de posición de privilegio en la captación del consumo de los españoles y, por tanto, en la generación de beneficio.

No está, ni mucho menos, todo hecho contra la inflación. La norma puede meter la mano en infinidad de procesos de formación de precios para moderar comportamientos claramente especulativos. La alimentación, el turismo, la distribución minorista de todo tipo de productos, etcétera deben someterse a una revisión del funcionamiento del mercado para desterrar creencias seudoculturales que aprecian riqueza en la inflación. De no frenar este galopante deterioro de la competitividad que supone la acumulación de diferenciales de precios cercanos a dos puntos durante varios años, serán los mercados internacionales los que ajusten la dimensión de la producción en España y seguramente lo harán por la vía más dolorosa: el empleo.

Archivado En

_
_