Empresarios alemanes y franceses temen un boicot de la inversión estadounidense
Los daños colaterales del previsible ataque estadounidense a Irak comienzan a surgir, incluso antes de que éste se haya producido.
La negativa de los Gobiernos alemán y francés de apoyar un ataque preventivo contra Irak ha levantado un estado de opinión en determinados círculos políticos en Estados Unidos partidarios de imponer ya sanciones comerciales.
El jefe de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes Tom DeLay ha llegado a decir que 'Francia y Alemania pierden su credibilidad día a día y caminan sobre una línea muy peligrosa'. La prensa estadounidense se ha hecho eco también de la posición pública del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Dennis Hastert, que ha asegurado que buscará la imposición de restricciones a la importación en EE UU de productos franceses, como el agua y el vino.
Este tipo de declaraciones ha comenzado a hacer mella entre analistas europeos que reconocen que si la postura de Alemania no se modifica es posible que los grandes inversores estadounidenses comiencen a reducir sus posiciones en el accionariado de empresas germanas.
'Si se produce un empeoramiento de las relaciones entre ambos países, no es descartable un boicot a los productos de empresas alemanas o incluso que la misma Casa Blanca imponga un nuevo sistema de tasas a los exportaciones alemanas. Si eso se llega a producir, los primeros que lo sufrirán serán los fabricantes de coches'.
Este boicot dañaría muy seriamente la situación económica alemana, que en estos momentos encuentra en su mercado exterior una de los escasos balones de oxígeno que permiten mantener en un cierto nivel su deteriorada economía.
Los mismos medios hacen ciertos distingos con la situación que podrían vivir las empresa francesas. Francia todavía ha dejado una puerta abierta a apoyar una eventual intervención en Irak, por lo que por el momento la presión vendedora de acciones de compañías francesas no se ha producido.