Estudios bíblicos en la Casa Blanca
El océano Atlántico se ensancha a ritmo de tambores de guerra. Politólogos, geoestrategas, diplomáticos y toda suerte de especialistas tratan de desentrañar el porqué de las diferencias entre EE UU y Europa. El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, las analizó la semana pasada en la Universidad de Georgetown (Washington) con opiniones basadas en reflexiones que iban más allá de la belicosa actualidad. Pujol dijo ver a EE UU como una sociedad en la que 'la observancia religiosa es mucho más prevalente. Europa es relativista y secularista mientras EE UU es religiosa y moralista'.
Y mientras en Europa se abre el debate sobre la conveniencia de introducir el concepto divino en la futura constitución de la Unión, en EE UU, el 11S, la guerra contra el terrorismo y la reciente pérdida del Columbia, han reforzado las convicciones religiosas de muchos ciudadanos que se ven acompañados y liderados por el presidente, George Bush, quien en campaña admitió que la figura filosófica que más admira es Jesucristo y que ha 'vuelto a nacer' cuando ayudado por la fe y la religión dejó la bebida hace 17 años. Casi todos los presidentes del siglo pasado han sido muy religiosos y hay actos como las del desayuno de oración, celebrado el jueves, en el que participa la Administración y el resto de los poderes del Estado, que tienen una tradición de 51 años. Pero Bush, converso al metodismo tras su matrimonio, es el que más impone en su retórica y acciones la fe en la Providencia Divina. Las referencias bíblicas y el tono de prédica, se han multiplicado últimamente. En el discurso del Estado de la Unión hizo constantes alusiones a Dios 'quien hace milagros en las vidas de la gente' y pidió a los americanos que se prepararan para la guerra poniendo toda su confianza 'en el amado Dios'. Su intervención tras la catástrofe del Columbia tuvo como piedra angular palabras del profeta Isaías. No es casual que su principal escritor de discursos, Michael Gerson, sea un especialista en teología.
Dice David Frum, un ex escritor de discursos de Bush, en su libro sobre el inquilino de la Casa Blanca (The Right Man), que la primera frase en boca del presidente que oyó cuando llegó la Casa Blanca fue: 'llegas tarde al estudio de Biblia', una práctica diaria del gabinete. Hendrik Hartzberg, editorialista de The New Yorker, afilaba su sarcasmo preguntándose, '¿qué Biblia estudiarán?'.
Con todo, Bush está disgustando a las Iglesias que en su inmensa mayoría han expresado su rechazo a la guerra. En un anuncio de TV financiado parcialmente por el Consejo Nacional de Iglesias, un obispo metodista dijo que esta confrontación 'viola la ley divina y las enseñanzas de Jesús'. Líderes de religiones islámica, católica, metodista, presbiteriana, luterana y la más conservadora de los baptistas sureños, llevan meses abogando contra la campaña y animando a sus congregaciones a manifestarse contra ella. Las palabras de los hombres de Dios han puesto a la defensiva a los Bush, incluso al primer presidente de la dinastía, que ha tenido un cruce de agrias declaraciones con Frank Griswold, obispo presidente de la iglesia episcopaliana, fe que profesa, tras lamentar éste que le gustaría ir 'por el mundo sin necesidad de disculparse por ser de EE UU'. Bush padre dice que Griswold es ofensivo pero aún no se ha atrevido, como nadie lo ha hecho, a llamar 'antiamericanos' a los representantes de la fe.