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Lealtad, 1

Greenspan tiene ahora la palabra

La Administración Bush ha entrado en una espiral diabólica con situaciones y expectativas que se complican por momentos. La denominada situación geopolítica apunta fisuras importantes entre los aliados tradicionales y la contestación social en el mundo aumenta ante el ataque próximo a Irak. La aportación de pruebas es el gran simulacro de hoy, porque son muchos los que consideran que éstas serán discutibles en cualquier caso.

Se ha puesto en marcha, al mismo tiempo, la maquinaria del déficit excesivo como remedio para males concretos de hoy, pero con significaciones muy negativas para el futuro. En algún momento los excesos se pagan y siempre por la misma vía, por la de la apelación al ahorro externo con tipos de interés más altos.

Muy pocos economistas, expertos, estrategas o ideólogos económicos aprueban las últimas medidas de Bush. Es más, se tientan la ropa por las repercusiones nefastas que pueden tener dentro de un tiempo. El Gobierno estadounidense quiere restar importancia al asunto magnificando la guerra que viene, que es la manera de centrar la atención en un solo punto.

En los cenáculos financieros comienza a invocarse de nuevo el nombre del presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos. Alan Greenspan interviene en el Congreso en la recta final de la semana. Aunque en comparecencias anteriores ha evitado hacer consideraciones sobre la realidad del momento, la conferencia del jueves difícilmente podrá eludir cuestiones como los resultados empresariales, la debilidad que se aprecia en el consumo privado y, claro está, en la decisión de coger el toro del déficit por los cuernos, algo que ya reprochó el año pasado el presidente de la Fed.

Mientras, los mercados siguen donde estaban. En manos del arbitraje y la especulación con derivados.

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