Recetas para la e-Europa
En el mundo hay 660 millones de usuarios de Internet, y de ellos, 8 millones son españoles, aunque hay estimaciones que dicen que somos ya más de 10 millones de internautas. Sea cierta una u otra cifra, casi un tercio de la población de más de 14 años se conecta habitualmente a la Red, incorporándose así a la sociedad de la información.
España es el decimotercer país por número de internautas, pero está muy por debajo de las cifras medias de la UE. Alcanzarlas es un objetivo prioritario. A él nos acercan dos hechos que acaban de producirse: la implantación de una tarifa plana y el lanzamiento del Internet rural.
A partir de noviembre de 2000 los internautas españoles pudieron conectarse a la Red con una falsa tarifa plana de unos 30 euros mensuales, sin IVA. Era ondulada, más que plana, porque excepto los fines de semana y festivos, en los que se podía navegar sin que se moviese el contador, el resto de los días el horario de navegación era limitado.
La verdadera tarifa plana, la que tiene un precio fijo para un consumo ilimitado, llegó con el lanzamiento de las líneas ADSL de banda ancha, aunque ya antes algunas empresas de cable habían ofertado tarifas de ese tipo para zonas geográficas concretas. También para las líneas telefónicas convencionales hubo tarifas planas en el verano de 2000, pero a 60 euros mensuales, por lo que fueron barridas por las líneas ADSL de Telefónica, a 39 euros. Ahora ya hay disponible para esas líneas telefónicas, sin necesidad de instalar ningún módem, una verdadera tarifa plana competitiva, por 22 euros mensuales.
La otra decisión que puede acercarnos a las medias europeas es el lanzamiento del Internet rural. Con la entrada en vigor de la Ley de Internet, el acceso a la Red pasó en octubre a ser un servicio universal de telecomunicaciones al que tienen derecho todos los ciudadanos, aunque vivan en zonas rurales aisladas. Un derecho que ya existía para el teléfono y que llevó a instalar las llamadas líneas TRAC (telefonía rural de acceso celular), que con antenas y una tecnología de radio evitaban tender costosas líneas de cobre y llevaban la voz a todos los rincones.
Las líneas TRAC son 240.000 y dan servicio a dos millones de personas, pero su tecnología no permite transmitir datos. No sirven para Internet, hay que cambiarlas y acaba de aprobarse el plan de sustitución. Este verano, al menos el 30 % de los usuarios de las líneas TRAC deben poder acceder a la Red, y todos antes de que concluya 2004. Se abre así un vivero de nuevos internautas.
Mejores tarifas y accesos universales aumentarán el número de usuarios de la Red, pero para llegar a ella hay que empezar por tener un ordenador, o tener dinero para comprarlo, y saber utilizarlo.
En España se vende más de un millón de ordenadores al año, pero son necesarios cerca de 15 millones, el doble de los que hay actualmente, para que uno de cada dos hogares -y no uno de cada tres- disponga al menos de un ordenador y alcancemos así la media europea. Para impulsar la sociedad de la información se necesitan más ordenadores, y para ello habrá que bajar su precio o impulsar su compra, con subvenciones o desgravaciones fiscales, en línea con lo que hacen comunidades autónomas como el País Vasco o Andalucía.
En uno de cada tres hogares hay al menos un ordenador, pero sólo en uno de cada cinco se accede regularmente a la Red. Hay muchos colectivos que siguen fuera de la sociedad de la información, pese a que el plan trienal Info XXI incluyó un programa denominado Internet para todos, destinado a alfabetizar un millón de esos ciudadanos en el uso de la Red. Ese programa ha fracasado y es urgente rescatarlo para que más ciudadanos pierdan el miedo al ratón.
Además hay que desarrollar estructuras de acceso rápidas y seguras. El 75,4% de los hogares españoles que entran en Internet lo hacen utilizando una línea telefónica convencional, lenta y que no permite utilizar muchas aplicaciones avanzadas.
Para que Internet cale entre los ciudadanos, ha de ser asequible (un ordenador debe estar al alcance de cualquiera), accesible (debe manejarse fácilmente) y atractivo y útil (rápida navegación y albergar buenas aplicaciones). Sólo así podremos aspirar a incorporarnos al grupo de cabeza de la e-Europa.