Rumbo a lo desconocido
Esa es la sensación que se está imponiendo en los últimos días, y no sólo en lo que afecta al terreno económico y financiero. La crisis entre EE UU e Irak, cada vez más próxima a lo que será el comienzo de su desenlace, pesa sobre el estado de ánimo general.
Entretanto, la vida sigue su curso y los datos económicos que se están haciendo públicos no son buenos. Anteayer, el Departamento de Comercio norteamericano comunicaba que la economía de EE UU creció sólo 0,7% durante el último trimestre de 2002. El comportamiento de las Bolsas entre mayo y octubre pasados auguraba algo semejante o, incluso, peor: crecimiento negativo. No estaremos seguros de que no haya sido ese su verdadero comportamiento hasta que las sucesivas revisiones de este dato no se hagan públicas. Si tomamos orientación sobre lo que va a hacer la economía por lo que están haciendo las Bolsas, ese parón del crecimiento no debería durar más allá del próximo mes de abril o mayo. Por supuesto, con la información de que disponemos en este momento.
Los fondos de inversión han iniciado el que, en otras circunstancias, debería haber sido su año estelar. Lástima que haya coincidido con tal mal momento. La volatilidad de los mercados no favorece nada la futura rentabilidad de las ofertas que tienen un planteamiento estático: se están lanzando costosas campañas publicitarias para promover fórmulas que ligan la rentabilidad de algunos fondos nuevos a la evolución de otros que toman su riesgo directamente en los mercados de renta fija y renta variable. En lo que se refiere a la parte de renta variable, la perspectiva de mercados muy volátiles y en movimiento lateral hará extremadamente improbable que esas fórmulas terminen proporcionando rentabilidades apreciables. Por su parte, más vale que los tipos de interés hayan repuntado a lo largo de los tres próximos años: eso será síntoma (mejor si es con inflación controlada) de que las economías han vuelto a crecer. Pero, en ese caso, la inversión en renta fija a largo plazo sólo habrá podido dar rentabilidades negativas, lo que no será bueno para los fondos que invierten en renta fija a largo plazo que, con esa perspectiva, obtendrán durante un periodo rentabilidades negativas. La garantía sobre el capital será el único consuelo.
La mezcla de crisis económica, situación prebélica y pesimismo reinante hacen recordar la Guerra del Golfo de 1991
En el mes de enero, y en medio de una enorme volatilidad, las tendencias que se apuntaron el año pasado siguen su curso. El dólar continúa su proceso de depreciación frente al euro y ya ha alcanzado el nivel de 1,08 dólares por euro. Lo más probable es que esta depreciación continúe hasta detenerse en 1,17, primero, para después introducirse en una banda de oscilación que va de 1,20 a 1,40: es en esa banda donde podría decirse, de una forma laxa, que estuvo moviéndose durante los 10 años que van de 1988 a 1998.
El precio del oro también ha continuado su trayectoria ascendente hasta niveles de 372 dólares-onza. Esto supone un 44% de apreciación frente a su nivel de hace dos años, y la inestabilidad geopolítica no hará sino reforzar la tendencia hasta llegar a 400-420 dólares-onza.
La mezcla de crisis económica, situación prebélica y pesimismo reinante hacen recordar la Guerra del Golfo de 1991. Se parecen tanto las dos situaciones que incluso el periodo que queda hasta las próximas elecciones presidenciales norteamericanas es el mismo: un año y nueve meses. ¿Seguro que estamos rumbo a lo desconocido?