Dividendos y daños colaterales
En el trazado bajista que dibujaron los mercados de acciones del mundo en otoño de 2002 hubo algo más que factores geopolíticos, término de moda meses después. La mala percepción sobre los resultados de las empresas y el convencimiento de muchos participantes en el mercado de que compañías emblemáticas se verían obligadas a suspender dividendos, o a recortarlos como mal menor, atenazaron a los inversores.
En el mercado español hubo reacciones inmediatas, como corresponde a presidentes de compañías muy sensibilizados con los asuntos de la Bolsa. Endesa, el SCH o el BBVA se apresuraron a adelantar cifras y pagos de dividendos para los primeros compases de 2003. Y así ha sido.
La guinda del pastel que no llegó a cocerse en el otoño la puso ayer el BBVA al confirmar un recorte del dividendo por acción próximo al 10%. Las reacciones de los mercados fueron pausadas en los primeros compases, pero los especialistas advierten del hecho, porque a medio plazo pueden producirse daños colaterales. O lo que es lo mismo, que otras tantas compañías aprovecharán el pañuelo lanzado por el banco para hacer lo mismo.
Lo importante en este caso, dicen los observadores, es lanzar la primera piedra y comprobar las reacciones inmediatas de las Bolsas. Con la evolución de ayer no es aconsejable, según los expertos, lanzar las campanas al vuelo, porque en la coyuntura actual hay más arbitraje y posiciones con derivados que inversores finales. Se trata, por decirlo de algún modo, de una Bolsa técnica que nunca analiza ni considera los fundamentales, sólo las tendencias inmediatas, las que marcan los índices cada segundo.
La vuelta de los mercados a la normalidad, tal vez cuando termine la guerra anunciada, será la que, como siempre, ponga las cosas en su sitio.