El ejemplo de la moderación
Está comprobado que la moderación de los costes salariales es, si no la única, una de las mejores garantías de mantenimiento del empleo. De ello están convencidos la patronal y los sindicatos que, por segundo año consecutivo, han acordado firmar un pacto que garantice la moderación salarial en 2003, lo que supondrá moverse en una banda de aumentos nominales de los salarios entre el 2% y el 3%, con cláusulas de garantía que corrijan las desviaciones en la inflación estimada por el Gobierno (2%).
Una parte de la CEOE ha tenido que abandonar, primero, su idea de que el nuevo pacto de salarios desaconsejara directamente las cláusulas de garantía salarial y, luego, tras aceptar las cláusulas, su aspiración a que éstas sólo recogieran el mantenimiento del poder adquisitivo, pero de ninguna manera lo mejoraran. Por su parte, los sindicatos han renunciado a mayores exigencias en el campo del empleo estable a la vista de la incertidumbre económica. Ambas partes dan por bien empleada la renuncia a sus posiciones iniciales, si con ello se consigue más empleo (o menos despidos), paz social y arrimar el hombro en el cada vez más laborioso proyecto de reducir la inflación.
Tal y como le gusta decir al Gobierno, en 2002 el empleo siguió creciendo en España más que en los países del entorno (el 1,4% según los datos de Contabilidad Nacional y un 1,7% según la encuesta de población activa del tercer trimestre) y ello es atribuible en gran parte a la moderación salarial. Pero este activo se pone sistemáticamente en riesgo si se descuidan otras políticas en manos de instancias más ejecutivas, y se pretende descargar todo el peso de la lucha antiinflacionista en los costes laborales, cuando determinados sectores empresariales aprovechan la calma de la situación para engordar injustificadamente sus márgenes.
El incremento salarial medio pactado en convenio el pasado ejercicio fue del 3%, un punto por debajo de la inflación; pero el 75% de los trabajadores acogidos a convenio cuentan con cláusulas de garantía salarial que les compensan parte o toda la pérdida de poder adquisitivo. Este año la batalla volverá a estar en cada convenio para ver quién araña más renta nacional con un instrumento muy arraigado en España (las cláusulas de revisión), pero desaparecido en toda Europa, y que ciertamente carece de sentido en un entorno de estabilidad de precios como el que promueve la Unión.