Bush impulsará la actividad de EE UU con incentivos por valor de 600.000 millones
El único país en condiciones de actuar como locomotora de la economía mundial vive ahora pendiente del nuevo plan de estímulo que prepara el presidente Bush. El programa, que será presentado hoy, prevé acelerar la bajada de impuestos aprobada en 2001, eliminar la imposición fiscal sobre dividendos (la idea inicial era reducirla) y recortar la carga fiscal de las empresas para impulsar la inversión privada. Su coste será de unos 600.000 millones de dólares en el próximo decenio, de los que la mitad corresponden sólo a la supresión del gravamen sobre dividendos.
Bush pretende con ello dar un impulso decisivo a la economía estadounidense, que sigue afectada por lo que los economistas califican como 'incertidumbres geopolíticas'. Entre ellas figuran la amenaza de que la guerra en Irak resulte más larga de lo previsto, la escalada del conflicto con Corea del Norte o la posibilidad de que se produzcan nuevos atentados terroristas.
Estas amenazas siguen suponiendo una carga por la aversión al riesgo que producen pero su solución se da por sentada a la hora de cifrar el crecimiento del país. Según el consenso de los analistas que elabora cada año The Wall Street Journal, en el primer trimestre el PIB crecerá un 2,7%, un 3,2% en el segundo y un 3,7% en los dos últimos del año.
Esta perspectiva es más consistente que la realidad que ha vivido en 2002 cuando a un trimestre de fuerte crecimiento le ha seguido otro débil. De hecho, se considera que un aumento del PIB en el último trimestre de 2002 del 1,5% es más un deseo que una previsión realista cuando en el tercero registró un 4%.
Optimismo moderado
El contenido optimismo es compartido (y magnificado) por el presidente Bush, que la semana pasada animó a los inversores a volver a contar con que todo va a ir a mejor, ya que se ha superado 'el 11 de septiembre y las crisis de confianza empresarial'.
Los analistas cuentan con que el plan de estímulo fiscal tenga efectos reactivadores y algunos de los bancos de inversión han calificado por ello este año como el 'del Gobierno'. Sin embargo, también advierten que no esperan muchos cambios respecto a 2002.
El último informe de Goldman Sachs recordaba que se ha producido un recorte de la riqueza familiar y de las Administraciones públicas por la caída de la Bolsa, por lo que habrá recorte de los gastos.
Según Goldman, '2003 se parecerá mucho a 2002 en muchos aspectos: la economía estadounidense podría continuar su crecimiento a unos niveles bajos, la inflación se mantendrá bajo mínimos y los beneficios de las empresas crecerán algo más despacio de lo esperado. Esto también implica que el presupuesto federal registrará un déficit cada vez más amplio'.
La política monetaria seguirá por ello siendo acomodaticia y la mayoría de los expertos no espera que suban los tipos el segundo semestre. En cuanto a los beneficios de las empresas, muchos analistas creen que la salud de los beneficios es cada vez mejor.
Y es en éstas donde radica la gran esperanza de muchos de los expertos, quienes acarician la perspectiva de un aumento de una inversión que en 2002 fue diagnosticada de 'anémica'.
Aunque el pasado diciembre los empresarios pincharon las ilusiones estos expertos, la reactivación en diciembre del sector industrial ya ha despertado las dudas de si el pesimismo de los responsables de las empresas es exagerado.