Un año más en Internet
La herramienta más innovadora de nuestra historia, capaz de transformar una sociedad y paradigma del cambio cultural, lleva ya dos años dentro del infierno. Paradójicamente, Internet avanza al mismo tiempo por el camino de la consolidación y por el de la crisis, y en ese proceso de consolidación-crisis el año que ahora termina deja muchos hitos destacados.
El principal de todos, la consolidación de un nuevo modelo de negocio en la Red basado en el pago de los servicios y apoyado por la popularización de la banda ancha, que permite un Internet de más calidad, con ofertas de más valor añadido y más fácilmente facturables.
Hace dos años que los inversores iniciaron un espectacular proceso de reasignación de recursos, y los pocos euros que quedaron se destinaron a las empresas de la llamada segunda generación, aquellas que no suspiran por tener muchos clientes, sino por ser rentables, pues saben que en caso contrario terminarán siendo una lápida más del cementerio puntocom. Lograr la rentabilidad pasa, en la mayoría de los casos, por abandonar el modelo de negocio tradicional y no sostenible del Internet todo gratis y emprender el camino difícil del modelo del Internet de pago. Ese ha sido el gran reto de 2002 y todavía no sabemos si triunfará el nuevo modelo.
El año pasado también se aceleró el proceso de cierre de empresas iniciado en 2001. Sigilosamente, el censo empresarial en Internet ha sufrido una auténtica masacre y se calcula que cuando suenen las doce campanadas habrán muerto nueve de cada diez de las empresas puras de Internet creadas en los años del boom. Darwinismo puro. Han muerto casi a la misma velocidad con que nacieron, y todavía seguirán llegando al cementerio lápidas de empresas con el apellido puntocom, ese por el que tantos suspiraron hace tres años y que hoy todos repudian.
Además, muchas de las empresas que no han muerto no son ni sombra de lo que anunciaron que querían ser. Han sobrevivido gracias a que se fusionaron, se vendieron o se agarraron al cuello de negocios de la economía tradicional. En España ese es el caso de nombres tan populares como Eresmas, Ya.com, Patagon o Uno-e, mientras que eran enterrados otros como Vía Plus, Equality, Submarino, Zakis, Teknoland, Parfumsnet, Pixelpark, Yupi.com y un larguísimo etcétera.
También se siguió avanzando en el proceso de democratización de la Red y ya nos acercamos a los 600 millones de internautas en todo el mundo, aunque el crecimiento se desacelera. En España, con un aumento insuficiente del parque de ordenadores, los síntomas de desaceleración son también evidentes y empieza a dar la impresión de que los que tenían que llegar a la Red ya han llegado. En 2000 el número de nuevos internautas aumentó 2,65 millones, en 2001 bajó a 1,9 millones más y este año los novatos sólo serán medio millón, hasta sumar el 23% de la población adulta, o sea, más de siete millones de personas.
Además, nos movemos mejor por la Red gracias al desarrollo de banda ancha, la infraestructura física esencial para hacer realidad la sociedad del conocimiento. En el mundo ya hay instalados más de 40 millones de accesos de alta velocidad, de los que unos 30 millones corresponden a líneas DSL.
Los usuarios de banda ancha, los de la primera división, consumen mucho más Internet que los de la línea telefónica básica y ahí están los verdaderos protagonistas del cambio cultural que nos trae la Red. Es este uno de los pocos aspectos donde el Internet español saca nota, pues ya hay instaladas más de 900.00 líneas ADSL y hay otros 300.000 accesos de alta velocidad, principalmente por cable. España es el país europeo donde más han crecido este año los accesos de alta velocidad. El año también fue notable por las novedades normativas, y por los excesos, como el protagonizado por la República China impidiendo el acceso a numerosas web, en un claro atentado contra la tan proclamada libertad de la Red.
En España entró en vigor en octubre la esperada Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y del Comercio Electrónico, que además de transponer la directiva comunitaria sobre comercio electrónico se ha aprovechado para regular otros muchos factores que afectan de la Sociedad de la Información, tan distintos como las obligaciones de servicio universal o la legalidad o ilegalidad de muchos de los actos que se realizan en la Red. Por fin salimos del limbo legal y ya disponemos de una ley marco que debe aportar una mayor seguridad jurídica y confianza a usuarios y prestadores de servicios, con el fin de promover la utilización de Internet. En la cruz de esta moneda está la ejecución insuficiente de muchos de los 300 programas del Info XXI, la versión española del Plan eEurope de la UE. A un año de que concluya, sus tres grandes objetivos tienen un desarrollo desigual. Una nota baja en la incorporación de los ciudadanos y de las empresas a la sociedad de la información, y en el impulso al sector de las tecnologías de la comunicación, y una nota mejor en el desarrollo de la Administración pública electrónica, en la e-gobernanza, donde España ocupa una posición intermedia en el ámbito de la UE.
En el desarrollo de servicios online ha destacado la popularización creciente del correo electrónico, una herramienta ya estratégica para mejorar la productividad de las empresas, y el crecimiento del comercio electrónico, mucho más moderado de lo que siempre se anuncia, pero que empieza a consolidarse. Para 2002 se espera un crecimiento del B2C mundial de alrededor del 25%.
El futuro hay que mirarlo con esperanza. Cabe pensar que a finales de 2003 estemos en el punto de inflexión, para iniciar la recuperación del sector de las tecnologías de la información y la comunicación, gracias al auge de la banda ancha, las nuevas aplicaciones de la telefonía móvil y el apoyo de las medidas de desregulación. Seguirá el proceso de reestructuración empresarial, pero, quizás aburridos por tanta crisis, volverá la inversión.
La crisis de las puntocom no es la crisis de Internet, y si arraigan los nuevos modelos de negocio, el poder increíble de inmediatez y conectividad que tiene la Red se bastará para que arranque una nueva época, barriendo fronteras y derribando estructuras.
En España habrá que revisar el año próximo el oxidado Info XXI, impulsando medidas más concretas para desarrollar la sociedad de la información y evitar así que aumente el gap con los países más avanzados de Europa. Esas medidas todavía se están pensando, pero entre ellas deben estar, sin excusa, temas como el Internet universal, el descenso de tarifas para popularizar la banda ancha y el desarrollo de la firma electrónica.