La recaída de la renta variable hace subir el precio de los activos refugio
El viernes el euro marcó su nivel más alto ante el dólar desde principios de 2000. La caída de la divisa estadounidense ha venido acompañada de un fuerte descenso de los mercados de valores. El dinero se ha movido a activos refugio como el bono y el oro. La renta fija española y el metal han marcado sus niveles más altos en tres años.
Pocas muestras de desconfianza son más claras que ver el dinero huir de la Bolsa para buscar oro. Es lo que ha ocurrido en las últimas sesiones, después de que las noticias económicas y empresariales quitasen la careta a un optimismo bursátil en el que nadie terminó de creer realmente. El oro está en su nivel más alto de los últimos tres años, al igual que ocurre con el bono español. El estadounidense aún tiene un cierto margen de subida.
No es sólo por la desconfianza en la economía. Es una huida de capitales ante activos refugio. Algo perfectamente comprensible si uno se pone en la piel de un gestor que ha podido maquillar el balance anual con la remontada de noviembre y no quiere seguir perdiendo. Pero este movimiento también demuestra lo lejos que está el mercado de la recuperación. Se decía que los pequeños inversores estaban volviendo a la Bolsa. Pero, en realidad, sólo llegaron algunos, aquellos de corte más especulativo y apenas duraron un par de semanas en el mercado.
Las plazas financieras siguen estando al dictado de los grandes inversores institucionales y éstos parecen haber adoptado un perfil defensivo en lo que queda de año.
La caída del dólar va de la mano del descenso bursátil. Ya se sabe: dólar fuerte, Bolsa fuerte, y al revés. También los flujos de fondos tienen más que ver en esta situación que las condiciones macroeconómicas. La desconfianza en Wall Street saca dinero de EE UU, lo que hace caer el dólar. Esta depreciación no es negativa a ojos de los expertos. El nuevo secretario del Tesoro, John Snow, lo recomendaba.
El problema es la velocidad de la depreciación. Un movimiento demasiado exagerado en la relación entre ambas divisas puede generar distorsiones negativas, sobre todo en la economía real. Por ejemplo, las exportadoras europeas pueden sufrir si sus productos son de repente mucho más caros. Pero una suave caída del dólar es la mejor solución al déficit comercial de EE UU.