Productividad y empleo en EE UU
Hace pocos días conocíamos un nuevo aumento de la productividad de la economía norteamericana durante el tercer trimestre. Nada menos que un aumento del 5,1% trimestral (tasa anual del 5,6%), el mayor crecimiento desde 1973. Pero unos días más tarde también conocimos cómo volvió a perder empleos en noviembre, al tiempo que la tasa de desempleo se elevaba más de lo esperado, hasta el 6% (mayor nivel en el año).
De esta forma, las favorables previsiones para el futuro derivadas del crecimiento de la productividad parecían chocar con las pesimistas perspectivas desde el desempleo. ¿Seguro? Existe otra interpretación. Así, los ajustes en el empleo llevados a cabo por las empresas de EE UU los últimos meses estarían en buena parte detrás del aumento registrado por la productividad. A su vez, éste sin duda va a favorecer la recuperación de la economía a través del aumento de la rentabilidad empresarial. Una recuperación de la inversión a corto plazo que puede compensar el deterioro del consumo privado derivado del mayor desempleo.
El crecimiento de la productividad ha sido el principal referente para la Reserva Federal en los últimos años. Ha sido habitual escuchar al propio Alan Greenspan lanzar un mensaje positivo para el futuro justificándolo por el elevado aumento de la productividad. Pero el asombro de observar cómo su crecimiento parecía imparable, adelantando un fuerte crecimiento económico a medio plazo, ha sido compatible con fuertes descensos en los tipos de interés oficiales. ¿Una forma de reafirmar su optimismo hacia el futuro? Es posible. Aunque sin duda también la intención de diferenciar entre factores económicos positivos (productividad), frente a otros (llamémoslos psicológicos) negativos. Dadas las condiciones económicas cada vez más favorables para que la recuperación se produzca, la intención de la autoridad monetaria norteamericana con los recortes de tipos sería reducir la aversión al riesgo de los agentes económicos. En definitiva, reducir lo más posible ese medio plazo para volver a un crecimiento económico sostenido.
Sin duda, el consumo privado (en cierta medida también el público, si tenemos que considerar el aumento del déficit público) ha sido el principal motor de crecimiento de la economía de EE UU los dos últimos años. Y, además, también el principal motor de crecimiento para la economía mundial. Con todo, parece complicado que en los próximos meses el crecimiento del consumo privado se mantenga en el 4% actual. A la propia inestabilidad de las Bolsas y progresivo agotamiento de la riqueza inmobiliaria, se une el descenso de la renta real disponible de las familias norteamericanas. Y eso que los tipos de interés alcanzan ahora los niveles más bajos de los últimos 40 años. Pero es difícil tratar de beneficiarse de las facilidades en el crédito o de un contexto moderado en los precios cuando hay desconfianza hacia el futuro laboral.
Por otro lado, tenemos que reconocer cómo a pesar de la desaceleración económica el descenso del empleo ha sido mínimo durante el año. Aproximadamente un 1% para el conjunto de la economía, aunque más del 4,5 % en el caso del sector manufacturero. Es verdad que el desempleo alcanzó en noviembre una tasa del 6%, más de un punto por encima de los niveles promedio del año pasado. Pero sigue resultando un nivel bajo desde una perspectiva histórica. Hay que recordar cómo a finales de los ochenta el desempleo superaba el 7%, para moverse dentro de un rango del 4% y 7,5 % en los noventa. Por ejemplo, la recesión en 1991 se tradujo en un aumento del desempleo en los dos siguientes años, hasta el 7,5 % desde el 5,6% inicial.
Sin duda, la evolución de la productividad marginal en EE UU supone un formidable punto de partida para el crecimiento económico en los próximos meses.
Las primeras consecuencias ya las estamos observando en estos momentos con la recuperación del beneficio empresarial durante el tercer trimestre. Mayores beneficios, no tanto por un aumento de los ingresos por ventas como por los fuertes ajustes de gastos llevados a cabo previamente. Un saneamiento de las empresas que las deja en situación más favorable para aprovechar la recuperación económica en el futuro. Pero también para contribuir de forma decisiva a la misma a través de la recuperación de la inversión. Recordemos que la inversión empresarial acumula dos años de descensos en tasa anual.
Tenemos ciertas dudas sobre la recuperación a corto plazo de la inversión en tecnología, dada la elevada sobrecapacidad que todavía presentan las compañías. Pero la conclusión es muy diferente para el resto de la inversión empresarial, que por otro lado supone más del 90% del total.
En definitiva, aunque los recientes datos de desempleo conocidos en EE UU han resultado peores a lo esperado, son totalmente compatibles con el mantenimiento del optimismo para la recuperación económica en el futuro. Podemos discutir si el crecimiento durante el próximo año será del 2% o del 3%.
Pero más difícil es encontrar argumentos para justificar que el crecimiento no alcance tasas por encima del 4% a finales del próximo año y durante 2004. Y esto básicamente por el elevado crecimiento de la productividad.