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El exclusivo club del Ferrari 250 GTO

Era 1989 cuando Malcolm Barber recibió una llamada de Robert M. Rubin, vicepresidente de operaciones de productos básicos de Drexel Burnham Lambert Trading Corporation, la filial de negociación de metales preciosos de la compañía, próxima a la quiebra y que hizo famosos los bonos chatarra. 'Rubin me pidió que vendiera el Santo Grial', dice Barber. El cáliz en las manos del subastador era un modelo Ferrari 250 GTO, de los 36 que la firma italiana fabricó entre 1962 y 1964. El precio de fábrica de la entonces primera Gran Turismo Berlinetta Competition GTO de Enzo Ferrari era de 9.700 dólares.

A principios de este año, Chip Connor, director general de la firma de inversión William E. Connor & Associates, de Hong Kong, pagó 9 millones de dólares por un modelo GTO de un coche de carreras autorizado para circular por la calle. 40 años después, esta berlina es una propiedad tan celosamente guardada que Peter Everingham, secretario del Club de Propietarios de Ferrari de Gran Bretaña, dice que los estatutos de su club prohíben, so pena de ser procesado legalmente, revelar el nombre de un propietario o cuánto pagó por el vehículo.

Poco antes de que Rubin le pidiera a Barber que pusiera su automóvil en un Jumbo jet y lo llevara en una gira mundial de oferta, otra GTO fue vendida a un inversor japonés por 13,8 millones de dólares.

Hoy todas las operaciones de compraventa se realizan en secreto entre un selecto grupo de ejecutivos, como el director general de McCaw Cellular Communications, Bruce McCaw, y el presidente de la junta directiva de Disposable Softgoods Holdings, Brandon Wang. El 21 de mayo de 1990, flotas de helicópteros privados llegaron a Montecarlo a una subasta donde Barber cerró el trato por 10,5 millones de dólares.

Hoy, para buscar una GTO es necesario un mapa secreto, dibujado por un francés. Poco antes de que Jess Pourret vendiera en 1987 su coche reunió las historias de todos los automóviles y publicó sus orígenes en el libro Ferrari 250 GTO, en el que de un vistazo se descubren secretos como el de los caprichosos propietarios. Por ejemplo, el diseñador Ralph Lauren pagó en 1985 un total de 650.000 dólares por una GTO roja. También el miembro de la junta directiva de Microsoft, John Shirley, adquirió un ejemplar rojo hace tres años por el que asegura haber pagado menos de 10 millones. En su opinión, 'esta berlina es la más deseada y sólo hay 33 personas que la poseen'.

Otros personajes que pueden sentarse al volante de madera de una GTO son: el presidente de la junta directiva de Wal-Mart Stores, Robson Walton (que pagó 3,5 millones de dólares en 1994), y el director general de West Tech Energy, Ed Davies (3,8 millones de dólares en 1995). Otros propietarios son el japonés Yoshikuni Okamato, el abogado Bernie Carl; el ex programador de Microsoft Greg Whitten; Tommy Hilfiger, fundador y presidente honorario de Tommy Hilfiger, y el director general de Microwave, Jim Jaeger.

En Japón, el magnate Yoshio Matsuta, presidente de la junta directiva de Vintagecars tiene tres, una verde, una azul y otra roja.

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