Cascos asume las culpas
Horas después de que el presidente del Gobierno hiciera patente en la televisión pública el cambio de estrategia que implica el reconocimiento de errores en la crisis del Prestige, el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, protagonizó ayer en el Congreso una entonación pausada del mea culpa a través del cual el Ejecutivo del PP, en buena lógica, podría situar el dique de contención de las responsabilidades políticas. Es la primera vez desde el hundimiento del petrolero que un miembro del Gabinete asume la autoría de haber ordenado su alejamiento de las costas españolas y, lo que es más grave a la vista de la magnitud de la catástrofe, de haberse guiado por las recomendaciones verbales de la compañía contratada por el armador para proteger sus legítimos intereses comerciales. 'Nunca hemos ido de redentores por la vida, no somos perfectos, asumo toda la responsabilidad por lo sucedido', confesó Cascos ante los diputados.
La asunción de responsabilidades por parte del ministro de Fomento, en una fase en la que la oposición todavía se limita a ofrecer colaboración y mano tendida, contrasta con la habilidad demostrada por otros miembros del Gobierno para sortear el desgaste político que acarrea una crisis de esta magnitud. El vicepresidente económico, Rodrigo Rato, se reunirá hoy en Vigo y A Coruña con representantes de los sectores afectados por el vertido con un plan de fomento del turismo en Galicia bajo el brazo, pero sin que a estas alturas sepamos ni su valoración sobre el impacto que la marea negra tendrá en los Presupuestos del Estado ni qué grado de compromiso ha sido alcanzado con las instituciones comunitarias para repartir solidariamente el coste de la tragedia. Esta tarea es, precisamente, la que habría ocupado por entero al presidente del Gobierno desde el pasado 13 de noviembre, fecha del accidente, hasta el punto de que es la que le ha impedido, según su propio testimonio, conocer sobre el terreno los destrozos ocasionados por el chapapote. De lo cuestionada que ha sido su gestión dentro del propio PP da buena cuenta el mensaje emitido ayer, ante la junta directiva del partido, por su secretario general, Javier Arenas, quien ve a esta formación política en plena forma electoral y unida como una piña.
Es pronto todavía para saber si la nueva estrategia del Gobierno de poner coto por anticipado a las responsabilidades políticas, después de varias semanas caracterizadas por la desinformación, la exculpación y el escapismo, tendrá la eficacia esperada. Entre otras razones, porque todo hace temer que la catástrofe ecológica puede ir en aumento -nadie conoce la evolución de esa bomba ecológica enterrada a 3.500 metros de profundidad- y el PSOE aún no ha enseñado todas sus cartas en una crisis que se antoja de largo recorrido. Ya ni siquiera el Gobierno descarta con la rotundidad inicial la posibilidad de una comisión parlamentaria de investigación.