Raffarin se enfrenta a la batalla de la reforma
La esencia de la V República Francesa, especialmente cuando el presidente y el primer ministro son del mismo partido, es la delegación de buena parte del trabajo sucio en otras manos. Así que mientras el presidente, Jacques Chirac, se pavonea por el globo, su primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, tiene que hacer frente a las huelgas y protestas que inevitablemente acompañan a cualquier intento de reforma.
En cualquier caso, ambos serán juzgados en la medida en que puedan poner orden en el lío existente en el sector público francés. Y el lío pareció agrandarse cuando los sindicatos de controladores aéreos, de los ferrocarriles, del servicio postal y de otras compañías convocaron un día de protesta 'en defensa de los servicios públicos'. Hasta el momento, el señor Raffarin lo ha hecho mejor, de forma deliberada, moviéndose más despacio y suavemente que el anterior primer ministro de centro-derecha de Chirac, Alain Juppé (...).
Es verdad que no ha hecho nada, hasta el momento, para frenar el déficit público (...). En nombre de la defensa de los servicios públicos, los sindicatos franceses han peleado la liberalización del sector energético (...). Han protestado por la privatización de compañías como France Télécom y Air France. Pero su nuevo temor es que ni siquiera su condición puede permitirles mantener sus ventajas en materia de pensiones.
La pelea por terminar con esta injusticia entre los sectores público y privado será dura, y Raffarin necesitará el sólido respaldo de su presidente. Pero un tratamiento igual para todos en cuanto a pensiones no está sólo bien; es el único modo de mantener el sistema de pensiones francés.