Atípico final de temporada
La polémica victoria de Colin Montgomerie en el Volvo Masters pasará a la historia
Todo el mundo lo vio menos el árbitro. La polémica jugada que tuvo por protagonista al escocés Colin Montgomerie en el pasado Volvo Masters en Valderrama (Cádiz) es una de las acciones que pasará a la historia del golf. Un árbitro que deberá aclarar su actuación ante sus superiores y un jugador al que a partir de ahora todo el mundo observará con lupa, ésas son las primeras consecuencias del atípico final de temporada que el circuito europeo vivió en Valderrama.
Dos jugadores, Bernhard Langer y Colin Montgomerie, fueron proclamados ganadores del Volvo Masters. Después de terminar las cuatro vueltas con los mismos golpes (281) y de jugar dos hoyos de desempate, ambos acordaron repartirse el premio, 435.600 euros para cada uno. Atrapados por la oscuridad de la noche que caía sobre el recorrido gaditano, lograron su primer título del año 2002.
Pero la victoria de Montgomerie no está clara. Las imágenes de televisión recogen una irregularidad que, tal y como transcurrió la jugada, debió significar dos golpes de castigo para el escocés que le hubiesen llevado a compartir el segundo lugar con el inglés Bradley Dredge, el gran perjudicado. Montgomerie movió la bola en el green del hoyo 10 cuando apoyó el putt en el suelo. Esta acción tiene tres castigos posibles: reponerla en el punto inicial es un golpe de castigo o dos, como en el caso de Monty, que optó por seguir la jugada y embocar la bola en el hoyo sin devolverla a la posición inicial, o descalificación automática si se firma la tarjeta del resultado sin sumar el castigo.
La televisión le delató y el máximo responsable arbitral del circuito europeo, John Paramor, advirtió al golfista de que al término de su juego debían mirar el vídeo para verificar lo ocurrido. El jugador escocés terminó hecho una furia. Parecían lamentaciones contra su suerte tras fallar el putt en el hoyo 18 que pudo darle la victoria, pero su queja no era ésa. En realidad, Montgomerie en aquel momento se sintió más cerca de la descalificación que de la victoria.
Paramor se llevó a Montgomerie hasta la unidad de televisión para cerciorarse de lo sucedido. En la misma escalerilla de acceso, como si fuera un niño cazado en un renuncio, Monty se negó a entrar. No quiso ver las imágenes de televisión y juró y perjuró al árbitro de que él no había tocado la bola. El árbitro, tal vez presionado por la premura de tiempo, no cumplió con su deber y confió ciegamente en la interpretación del jugador. Una decisión que dejó impune una irregularidad que le puede costar a John Paramor la rebaja de la calificación que St. Andrews otorga a los árbitros internacionales.
En la cuna del golf asistieron estupefactos a lo ocurrido. Con las imágenes en la mano saben que el árbitro no estuvo bien, pero es que el jugador lo hizo peor y Montgomerie, una vez proclamados los resultados por parte del comité, conquistó un título que jamás mereció llevarse.
Pero nadie se acuerda del gran perjudicado, Bradley Dredge, el golfista inglés que, al acabar tercero, se ha quedado fuera del US Open, así como del Masters de Augusta y del British Open.