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El origen de la agricultura

Los judiones de La Granja fueron pienso para los faisanes de Isabel de Farnesio

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a cesta diversa y sabrosa que Colón trajo de América también contenía alubias. Sin embargo, otros orígenes de las semillas de leguminosas que ahora se cultivan en los valles castellanos se sitúan en el equipaje de los romanos o incluso en el cuarto milenio antes de Cristo, cuando se cifró la primera referencia de su cultivo en España. Su éxito fue su versatilidad: eran energéticas, se conservaban con facilidad y sus vainas servían para alimentar al ganado. Por ejemplo a los faisanes, aunque a éstos su sibaritismo les obligaba a ingerir directamente la judía. El conocido judión de La Granja fue antes manjar de estas aves que engordaba Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V, y que traía de Uruguay. Pero alguien, más impelido por el hambre que por la gastronomía, los comió y sin dilación pasaron a formar parte de la dieta humana tan famélica en aquellos años del siglo XVIII. Cómo, además, se trata de un cultivo de fácil desarrollo, pues se nutre del nitrógeno atmosférico y su propia plantación enriquece la tierra, no tardó en calar en una población que no disponía de excesivos medios para ejercer la agricultura. De hecho, España es hoy el país con más tradición leguminosa de Europa. Y ello a pesar de que su consumo haya disminuido considerablemente por motivaciones sociales y culturales: hasta los años sesenta las legumbres se comían prácticamente a diario y, tal fue su protagonismo en la dieta, que solamente de la alubia (no hablemos ya de garbanzos o lentejas) se puede hacer un mapa que ocupa gran parte de la superficie española según se llamen judías, judiones, habas, habones, habichuelas, frijoles, fabes, mongetes, bajocas o caparrones. Ahora, avaladas por los beneficios reconocidos de la dieta mediterránea, vuelven a estar presente en las mesas nacionales incluso con apellidos y con controles de calidad.

Pero también existía profusa tradición leguminosa en Europa. Dice el escritor italiano Umberto Eco que 'sin alubias la población europea no se hubiera duplicado en pocos siglos y actualmente no seríamos cientos de millones', refiriéndose al papel que desarrolló esta legumbre durante la Edad Media.

Muchos miles de años antes, las legumbres (junto con los cereales) suponen el primer acto cultural del hombre en su relación con la tierra para procurarse alimentos, limitado hasta entonces a la ingesta de frutos, raíces y animales de caza. Podemos, pues, decir que con alubias, lentejas o garbanzos comenzó la agricultura en la historia. Y al parecer hubo dos ramas: lentejas y garbanzos experimentaron más desarrollo en las culturas egipcia o mediterránea, mientras que las alubias se originaron en el Nuevo Mundo: la alubia común, de Lima, y pinta eran ya conocidas en la cultura azteca e inca hace más de 5.000 años. No es extraño por tanto que la variedad que procura el ejemplar habón de Sanabria continúe todavía llamándose fasciolus limensis.

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