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Columna
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El realismo de los empresarios

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

El Gobierno ha perdido el sentido de la realidad. El último comentario de un ministro sobre la situación económica ha sido el del señor Zaplana al comunicar el aumento del paro registrado en octubre. El ministro dijo que el aumento de 51.400 personas era un dato 'muy bueno' y que le producía 'gran satisfacción'.

No obstante, el dato de octubre es el segundo dato peor desde 1993 y supone que durante ese mes el número de parados ha estado aumentando a un ritmo de más de 1.600 personas al día.

Otra intervención anterior en esta línea de realismo fue la del ministro de Fomento sobre el precio de la vivienda, en la que achacó el espectacular aumento del precio de la vivienda a que los españoles ganan mucho dinero y están dispuestos a pagar mayores precios por la misma.

Mientras el Gobierno se aleja cada vez más de la realidad, la CEOE presentó un informe la semana pasada sobre la competitividad en España que demuestra que la patronal tiene los pies en la tierra.

Mientras el Gobierno dice que se está produciendo la recuperación del crecimiento en este final de 2002, la CEOE sugiere que habrá que esperar a la segunda mitad del año 2003.

Pero la parte más interesante del informe es la que recuerda lo que quizá debería ser obvio para todos, que la competitividad de la economía española debería convertirse en el centro de atención de la política económica y de la actuación de todos los agentes sociales.

Es muy interesante, por ejemplo, el análisis de los efectos de la política fiscal del Gobierno actual que, como se sabe, se ha centrado fundamentalmente en bajar los impuestos directos y subir los indirectos. Unos más y otros menos, según les haya ido en esa feria, se han alegrado de la reducción de los impuestos directos y han sufrido el aumento de los indirectos, pero hasta ahora nadie había explicado los problemas que para la competitividad de la economía española significa el aumento de las tasas e impuestos indirectos.

Después de tantos años de hablar de los costes laborales unitarios (CLU), el informe de la CEOE fija ahora su atención en los 'costes tributarios unitarios (CTU)' y muestra cómo, desde 1996 hasta el año 2001, las constantes subidas de impuestos indirectos han sido responsables de entre un 32% y un 58% del aumento de los precios. ¡Y eso que el informe no incluye el año 2002, en el que, como se sabe, el Gobierno modificó al alza 48 figuras tributarias de carácter indirecto!

Otro aspecto interesante del informe es el énfasis puesto en la sociedad de información y en la necesidad de potenciar la investigación, el desarrollo y la innovación.

Como se recuerda al principio del informe, España ha perdido el instrumento que tradicionalmente hemos usado para recuperar la competitividad: las devaluaciones. Por tanto, es necesario diseñar otras políticas que permitan mantener nuestra competitividad y el informe de la CEOE ayuda a convencer a los ciudadanos de que deben preocuparse de la competitividad.

Las políticas que aumentan la competitividad toman su tiempo, y por ello es importante que antes de que la economía española siga acumulando desequilibrios, empecemos a pensar en soluciones.

En España siempre hemos esperado a que las cosas estén muy mal para reaccionar. Por eso está bien que la CEOE quiera anticiparse esta vez y se haya atrevido a publicar el informe sabiendo que el Gobierno tolera mal que alguien diga que hay problemas en la economía española.

Ya se sabe, el aumento de paro debe producirnos una gran satisfacción y el precio de la vivienda es un reflejo de que los españoles cada vez ganan más dinero. Todo va bien y que nadie ose decir lo contrario.

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