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Europa forma a jóvenes directivos en China

La UE financia cursos (teóricos y prácticos) para ejecutivos europeos en Pekín. Cada año se matriculan 45 alumnos que tienen como mínimo dos años de experiencia profesional

Hace cuatro años, funcionarios del Cesid se presentaron en Valencia en casa de los padres de Silvia Lizcano preguntando por su hija. No es que Silvia, hoy de 31 años, se hubiera metido a espía, sino que la empresa aeronáutica británica British Aerospace había contactado con los servicios de inteligencia españoles para saber cómo podían localizar a esa joven, que había presentado una solicitud de trabajo desde Alemania.

No es de extrañar, reconoce. 'Yo estaba trabajando para un banco alemán, pero quería irme a Inglaterra. Pero vi una oferta de Danone para Italia y acabé trabajando en Francia. Para cuando quisieron contactar conmigo ya no estaba en Alemania'.

Hoy, esta diplomada de la Escuela Superior de Comercio de Toulouse (Francia) y máster en Comercio Internacional en Oxford (Reino Unido), que hizo el COU en EE UU, ha dejado atrás Europa para volcarse en un mundo completamente diferente, China. 'Tenía mucha curiosidad por Asia. Así que busqué si había algún curso relacionado con China y lo encontré'. En abril del año pasado, Lizcano presentó la solicitud para participar en el Programa de Formación de Directivos Junior que, financiado por la UE, reúne cada año en Pekín a 45 europeos.

En septiembre de 2001 comenzó el curso, y ahora hace unas prácticas de tres meses en una empresa local, Beijing Digital Telecom, un distribuidor de telefonía móvil. Atrás han quedado 12 meses de duro aprendizaje de la lengua y de participación en seminarios sobre la realidad económica del país y en viajes de prácticas.

El objetivo del curso, organizado en colaboración con el Ministerio de Comercio Exterior y de Cooperación chino, es formar a jóvenes directivos que trabajan en compañías que tienen negocios en China o planean hacerlo. Con una finalidad: 'Reforzar el comercio y las inversiones entre la UE y China', explica Thomas Gnocchi, codirector del programa junto con su homólogo chino, Lin Shun Jie. Los seleccionados, sobre un total de unos 200, han de tener una experiencia profesional de dos años. El programa fue lanzado en 1998 como complemento de Ceibs, la Escuela Internacional de Negocios China-Europa, de Shanghai.

Los participantes se dividen en dos grupos. En el primero, aquellos que ya hablan mandarín, tienen cuatro meses de formación intensiva de idioma y siete meses de prácticas en una empresa (al menos uno de ellos en una china). En el segundo grupo, el curso de idioma dura 12 meses y las prácticas tres. Al final, todos deben redactar un proyecto.

En paralelo a las clases de chino hay seminarios y visitas a empresas e instituciones. Los seminarios, impartidos por empresarios, académicos o funcionarios extranjeros y chinos, abarcan desde temas como la reforma de las empresas estatales y el sistema legal hasta el funcionamiento del sistema financiero o técnicas de negociación.

Una puerta abierta a China

Durante los meses que estudian el idioma en la reconocida Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín, los alumnos tienen que residir en el campus. En este periodo, el alojamiento está incluido y reciben 600 euros al mes. Después de las prácticas, reciben otros 700 euros mensuales, pero deben buscarse un lugar donde vivir. Los alumnos deben contar con una empresa que los esponsorice, que suele pagar el billete de avión o el seguro médico.

Nina Lundgren, de 29 años, máster en Estudios Orientales por la Universidad de Estocolmo y con formación en empresariales, forma parte de la quinta promoción, que comenzó el pasado septiembre. Antes había trabajado en PricewaterhouseCoopers, en una editorial y en una compañía estadounidense de sabores y fragancias. Se apuntó al programa 'porque es una introducción muy práctica al mundo de los negocios en China'. 'Hay muchos desafíos y oportunidades aquí, que van a aumentar con la entrada en la Organización Mundial de Comercio. Es un mercado muy interesante, pero no es un mercado fácil, y es importante entenderlo'. Hasta la fecha han pasado por el programa 164 alumnos.

Una experiencia como la de Lizcano o Lundgren debe ayudar, según los responsables del programa, a las empresas europeas a comprender mejor la complejidad de la cultura china, a tejer mejores relaciones con sus socios locales y a hacer mejores negocios.

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