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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El desafío que afronta Lula

La arrolladora victoria obtenida ayer por el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) en la segunda ronda de las elecciones de Brasil abre una nueva fase histórica en el país y la región. Aupado a la presidencia de la cuarta democracia más populosa del mundo por un heterogéneo frente de fuerzas políticas y sociales, el ex obrero del metal Luiz Inácio Lula da Silva afronta, desde hoy mismo, una descomunal agenda. En el primer punto de la misma, sin duda, está evitar que la novena economía del mundo caiga en suspensión de pagos.

Si las tres semanas transcurridas desde la primera ronda electoral hicieron subir la ansiedad de los mercados a cotas muy elevadas, los dos meses que deben transcurrir hasta la transmisión del poder el próximo 1 de enero podrían parecer eternos. Siempre previsor, el actual presidente, Fernando Henrique Cardoso, ha dispuesto la creación de un equipo de 50 personas para coordinar su salida y la llegada del nuevo equipo gobernante. Pero la última palabra sobre la fecha en que Lula se hará cargo del poder la tendrán los mercados.

En las últimas tres semanas, el Banco Central debió subir los tipos de interés básicos del 18% al 21% para intentar frenar la fuga de capitales. Como eso no fue suficiente, duplicó el porcentaje de dólares que los bancos deben guardar en reserva. Una medida para frenar la huida del real hacia la divisa estadounidense. In extremis, el propio Lula anunció un plan de gobierno a tono con las exigencias del mercado y lo hizo, simbólicamente, en la Bolsa de Comercio de São Paulo. Así y todo, esto no impidió que los tenedores de 1.100 millones de dólares de deuda pública interna que se actualiza con el dólar se negaran, la semana pasada, a renovarla.

Si tres semanas de incertidumbre relativa, ya que el triunfo de Lula se descontaba, han tenido estos resultados, un acelerado traspaso del poder no debería sorprender. El Fondo Monetario Internacional ha pedido la rápida designación de un 'equipo económico fuerte' para proceder a un duro ajuste fiscal que dé una primera señal positiva a los acreedores externos e internos de los 470.000 millones de dólares de la deuda pública y privada bruta de Brasil. El Partido de los Trabajadores ha respondido que no teme hacer un ajuste y, para enfatizarlo, ha revelado que formará un equipo 'sin raíz partidista'. Y, simultáneamente, ha abierto canales para obtener apoyos de todos los partidos, incluidos sus adversarios de derecha.

El gran desafío de Lula será conciliar las ilusiones de decenas de millones de pobres con las expectativas favorables que ha creado en el mercado, tras su viraje hacia la moderación de los últimos meses. Esto le demandará un durísimo esfuerzo a la hora de responder a las demandas populares y buscar la confianza de los acreedores para un flujo de capitales de 30.000 millones de dólares para pagar la deuda de corto plazo a lo largo de 2003.

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