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Columna
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Presupuestos antiguos

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

El líder de la oposición estructuró su crítica a los Presupuestos Generales del Estado para 2003 basándose en tres líneas: son antisociales, autoritarios y antiguos. La primera crítica era esperable, la segunda es bien conocida, mientras que la tercera, la de que son unos Presupuestos antiguos, merece más atención que la que se le ha prestado.

La primera de las críticas, basada en la política social, era esperable, y se corresponde con la orientación ideológica de un partido socialista. Es normal que en los sistemas democráticos se alternen partidos conservadores, que tienden a reducir la política social, con partidos progresistas que tienden a ampliarla.

La segunda línea de crítica -Presupuestos autoritarios- resaltó la falta de transparencia, los problemas de información del sector público. Esta es una crítica bien conocida y compartida por la mayoría de los analistas. Posiblemente la opacidad es el principal problema del Presupuesto español y de su ejecución.

Se ha prestado poca atención a la tercera de las líneas de crítica, la de que son unos Presupuestos antiguos, lo que llevó al líder de la oposición a proponer un cambio en los sistemas de presupuestación.

El asunto es muy técnico, pero merece ser subrayado porque la forma de presupuestar en España, así como la forma de administrar requieren cambios que nos acerquen a los sistemas de las Administraciones más avanzadas, fundamentalmente las anglosajonas y las nórdicas.

Justamente esta misma semana la Fundación por la Modernización de España celebró una jornada sobre Presupuestos, transparencia y democracia, en la que el profesor de Hacienda Pública Jorge Onrubia presentó una interesante ponencia y algunas de sus propuestas coinciden con las del líder de la oposición.

El profesor Onrubia destacó la profunda transformación que ha experimentado el sector público español y cómo, a pesar de ello, seguimos con un sistema presupuestario y una concepción administrativa preocupada más por los medios que por la evaluación de los resultados. Además, el proceso de descentralización ha llevado a que las comunidades autónomas y las Administraciones locales, que hoy gestionan un gran volumen de recursos, no hayan hecho sino copiar el vetusto modelo presupuestario de la Administración central del Estado.

En la citada jornada, Joaquín Almunia, presidente de la Comisión de Presupuestos del Congreso de los Diputados, se pronunció en la misma línea.

Además de la exigencia de transparencia y de honestidad contable y de la recuperación de la generalidad de los Presupuestos, hizo hincapié en la necesidad de estudiar la sostenibilidad a medio plazo de las finanzas públicas, y de cuantificar económicamente toda la producción legislativa como, por ejemplo, evaluar el impacto de las medidas tributarias. También se pronunció sobre el necesario control de eficiencia por parte del Parlamento, basado en el seguimiento y control de los resultados.

La propuesta del líder de la oposición de crear una agencia de evaluación de las políticas públicas sigue las sugerencias de la OCDE en orden a mejorar la calidad y la eficacia de la gestión del gasto público. La OCDE tiene en su web unos interesantes documentos sobre Presupuestación, gestión, liquidación de cuentas del sector público, donde se puede aprender de los países que están avanzando en los nuevos sistemas de gestión.

El problema es que los presupuestos antiguos son muy cómodos para los Gobiernos porque dificultan, cuando no impiden, el seguimiento y control de sus actividades.

Es difícil, pues, esperar que el Gobierno actual haga algo para mejorar la transparencia, el control y la evaluación de los resultados de su gestión. Pero al menos contamos con la promesa del líder de la oposición de renovar la institución presupuestaria en la línea más moderna.

Si la alternancia democrática se produce, habrá que exigir que cumpla su promesa en cuanto tome posesión, porque, si pasa mucho tiempo, esas promesas se olvidan.

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