'No creo en los líderes, creo en los equipos'
Parece un hombre tranquilo, sereno y feliz. John Kivlen acompaña cada respuesta con gestos que intentan demostrar que dirigir un entramado y un espectáculo como la gira Saltimbanco, que el Cirque du Soleil estrenará el próximo jueves en Madrid, no supone motivo de preocupación. Lo tiene todo controlado. Y hasta sonríe cuando se le habla del estreno. Hace dos años y medio dejó su habitual rutina, antes dirigía a artistas de ópera, para enrolarse en este circo, fundado en Canadá en 1984. Nació en Florida (Estados Unidos) hace 42 años, es psicólogo y cuenta con un máster en Administración y Dirección de Empresas Global. Reconoce que intenta aplicar todos sus conocimientos y utiliza mucha mano izquierda para dirigir y estimular a más de 150 personas, de las que un tercio de ellos son artistas.
Pregunta. ¿Es difícil trabajar cuando una gran parte de la plantilla se compone de estrellas?
Respuesta. En esta empresa no hay estrellas. Es un equipo de profesionales. La única estrella es el espectáculo y todos trabajan para que todo salga bien, nadie lo hace para su propio lucimiento. Intento dirigirlo con mucho cuidado, con diplomacia y comunicación. Tenemos a personas de 22 nacionalidades y yo muchas veces digo que parezco el secretario general de las Naciones Unidas. Tengo seis directivos que trabajan conmigo y confío mucho en el equipo. Aunque intento controlarlo todo, tengo confianza en ellos.
P. Pero en todo equipo siempre hay alguien que lleva la voz cantante.
R. No creo en los líderes. Los líderes no mueven las empresas, las mueven los equipos. Lo que creo es que las organizaciones tienen que tener personas que lideren el trabajo del equipo, pero no creo en los individualismos. Yo siempre hago un ejercicio, extiendo la mano y uno los dedos, eso es lo que hay que hacer para salir adelante, en lugar de cerrarlos.
P. A simple vista y como simple espectadora, veo que en su empresa, en el espectáculo que presentan, todas las piezas encajan a la perfección, ¿cómo se consigue?
R. Con mucha preparación, pero sobre todo anticipándonos a lo que pueda ocurrir. Tenemos que ser un poco visionarios y ser capaces de anticipar posibles situaciones que puedan ocurrir.
P. Aunque no haya estrellas en su equipo, los artistas suelen tener un ego importante, ¿cómo se gestionan en esta compañía?
R. Antes de trabajar en Cirque du Soleil lo hacía en la ópera, y ya tengo experiencia en trabajar con egos. Es muy simple y fácil. Para dirigir el ego de los artistas siempre aplico la misma filosofía, lo importante es el espectáculo, no el individuo. Todos trabajamos y todos nos sacrificamos por el bien del espectáculo.
P. Entonces, ¿para usted es más importante el producto que el capital humano?
R. Es difícil responder a esta pregunta. Los individuos hacen posible el espectáculo. Hay una expresión en inglés que dice que eres igual de fuerte que tu atadura más débil. Es una metáfora sobre la cadena, que se puede aplicar al trabajo.
P. Ustedes, además de trabajar, conviven en las giras. Y la convivencia casi siempre es dura.
R. La gente suele pasar por diferentes etapas que duran, más o menos, tres meses. La primera etapa es de emoción. Todos están emocionados, ilusionados, entusiasmados porque se embarcan en una gira. En la segunda etapa, la gente tiende a calmarse, a aislarse y a añorar su casa. En la tercera etapa suelen darse cuenta de que esto es lo que ellos han elegido y que han encontrado su sitio dentro de este estilo de vida. Cuando llega un empleado nuevo a la empresa lo que hacemos es asignarle a un amigo, que es otro empleado, que le ayuda a integrarse en el día a día.
P. ¿Cómo estimula al equipo cuando se viene abajo?
R. Como director intento darles palabras de aliento, pero no sólo a los artistas, sino a todos en general, para darles coraje. Eso es más efectivo que un aumento de sueldo. Estimular no es sólo cuestión de dinero, es algo más, tiene un valor añadido. Organizamos actividades fuera del circo para que la gente se sienta integrada. Pasaremos las Navidades en Madrid y prepararemos actividades para los niños y una cena de Navidad. Hay que evitar, por encima de todo, que la gente se sienta sola y desplazada. Me gusta que se sientan como en su casa. æpermil;sa es una parte muy importante de mi trabajo, además de que todo funcione sobre el escenario. Cuando todo sale perfecto en el escenario es que lo demás también funciona.
P. Para el trabajo que ustedes realizan, ¿se requiere ser muy disciplinado?
R. No es un trabajo muy duro. La mayoría de las veces, como en cualquier empresa, lo que hacemos es pura rutina. El entrenamiento se hace a diario y los artistas, la mayoría acróbatas y gimnastas, están acostumbrados desde pequeños a entrenar y a llevar una cierta disciplina en su vida y en su trabajo. La única diferencia es que ahora se les paga por ello. Son profesionales y lo hacen de manera habitual.
P. Pero es un trabajo que requiere un gran esfuerzo y donde no se permite ni el más mínimo despiste.
R. Ellos saben muy bien lo que tienen que hacer. Si un artista, por ejemplo, no se presenta a un entrenamiento, recibiría muchas más quejas de sus compañeros que de mí. Tienen clara la conciencia de grupo y no permiten que nadie se la salte. En lo que se conoce como disciplina de mano de hierro somos bastante flexible.
P. Están todo el año de gira, ¿cómo compaginan vida laboral y personal?
R. Yo sólo trabajo. Mi mujer me acompaña y todo aquel que trabaja con nosotros puede tener a su familia a su lado. Afortunadamente, combino muy bien mis aficiones con el trabajo porque son lo mismo. Trabajo una media de 14 horas al día y a mi me parecen cuatro.
P. ¿Qué receta daría a los directivos españoles para que gestionen sus empresas?
R. Que apliquen todos los días una alta dosis de psicología. Yo lo hago todos los días. Lo importante es conocer el producto que tienes y cuidarlo por encima de todo. Muchos directivos deberían ver más allá y ver si su producto es atractivo, si saben llevar esa emoción al equipo, que debe ser igual de ganador que su producto.