La Comisión Europea pugna por ser el contrapeso del BCE
La batalla por la flexibilización del Pacto de Estabilidad que firmaron los 15 países de la Unión Europea en 1997 oculta una lucha entre la Comisión Europea y los ministros de Economía por convertirse en el interlocutor político del Banco Central Europeo.
El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, señaló ayer en el Parlamento Europeo que 'la política presupuestaria es responsabilidad de los Estados miembros (...) y lo seguirá siendo'. Pero pidió una autoridad central 'fuerte' que pueda 'aplicar las normas de modo estricto y adaptarlas a las circunstancias'. Prodi coincide con su comisario de Economía, Pedro Solbes, en que 'por su naturaleza intrínseca, la Comisión es perfectamente apropiada para ese papel director'.
Pero los ministros que se sientan una vez al mes en el poderoso Consejo de Economía y Finanzas (Ecofin, en la jerga comunitaria) prefieren disponer de un margen de maniobra para sus políticas fiscales al menos equiparable al que goza el BCE para fijar los tipos de interés. La institución federal maneja de modo independiente desde Francfort las bridas monetarias de la zona euro y los ministros desean poder responder del mismo modo al impacto de sus decisiones.
Para el diálogo entre política monetaria y fiscal que exige la unión monetaria se conforman de momento con las reuniones, casi tan secretas como informales, que celebran una vez al mes con el BCE, en el llamado Eurogrupo.
El grupo de trabajo de asuntos económicos en la convención que prepara la futura constitución europea también se inclina de momento por mantener el statu quo en el reparto institucional de tareas. El grupo, sin embargo, se encuentra dividido sobre la propuesta final y la Comisión Europea sabe que dispone de una oportunidad, quizá la última en muchos años, para defender su propuesta. En una Europa democrática, 'las políticas monetaria y económica no pueden y no deben discutirse a puerta cerrada', recordó ayer Prodi.