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Crónica de Manhattan
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Flexibilidad por la presión

Ni la representación diplomática rusa ante la ONU ni la francesa se sintieron mínimamente impresionadas cuando el miércoles pasado el presidente de EE UU, George Bush, firmó la autorización que el Congreso de su país le daba para proceder con el ataque a Irak. El Consejo de Seguridad de la ONU y, en particular, estos miembros con derecho a veto han mantenido la postura de que inspectores y diplomacia, primero. Máxime cuando el embajador de Irak ante la ONU, Mohammed Aldouri, afirmaba ante sus colegas (y en una tribuna del The New York Times el jueves) que los inspectores tienen las puertas abiertas de forma incondicional en su país para comprobar si se tienen o se fabrican armas de destrucción masiva, algo que Aldouri niega.

Mientras que la presión contra el belicismo estadounidense crece fuera y dentro del país, Bush ha tenido que ceder en su pretensión de que la resolución que se redacte sobre las inspecciones incluyan una provisión que automáticamente active la vía militar. La respuesta a las violaciones iraquíes con 'todos los medios necesarios', no se leerá en la resolución final, por las presiones francesas y rusas, y también se revisan algunas controvertidas condiciones que EE UU quiso imponer a Irak con respecto a la labor de los inspectores. La marcha atrás de la Casa Blanca es el primer fruto de semanas de negociaciones que empezaron con un EE UU dispuesto a ir a Irak con toda la artillería antes que los inspectores.

Hasta la semana que viene no se cerrará el debate con una o dos resoluciones sobre la situación iraquí. Francia, Rusia y China quieren dos resoluciones, una que fije las condiciones de trabajo de los inspectores y con una llamada al Consejo de Seguridad en el caso de que Irak no coopere. En la segunda, se especificarían las consecuencias. EE UU quiere sólo una y en la que se advierta de las 'consecuencias porque debe haber una amenaza' sin ir más allá en la definición. Bush se mostraría dispuesto a consultar con el Consejo de Seguridad si toma alguna determinación, pero no quiere una segunda votación sobre el uso de la fuerza para evitar vetos.

Los franceses estudian la ambigua propuesta, pero el lenguaje de la resolución debe huir de interpretaciones, y más cuando el secretario de Estado de Defensa, Colin Powell, aseguraba el viernes que su país 'no necesita más autorizaciones si creemos que tenemos que defendernos. Tenemos la autoridad que nos da el Congreso'. Mientras, los militares examinan la invasión de Panamá como estrategia válida en caso de llamada a las armas.

El esfuerzo diplomático que ha bajado el tono bélico estadounidense se ha visto inesperadamente beneficiado por un elemento sorpresa. Y es que mientras aún se supone que Irak tiene armas de destrucción masiva, uno de sus compañeros del eje del mal (Bush dixit), Corea del Norte asegura que las tiene; en concreto, armas nucleares. La Administración Bush lo sabía desde julio, pero lo silenció para no desenfocar el problema iraquí. Algunos americanos muestran su sorpresa por la llamada a la serenidad y la diplomacia hecha por Bush en este caso. ¿Cómo mantener la coherencia de dos posiciones distintas con dos vértices del eje maligno? Desde la Casa Blanca se asegura que Corea tiene armas como factor disuasorio, mientras que si Irak las tuviera, las usaría. Esta explicación exige un ejercicio de comprensión que desafía el sentido común y que dificultará aún más la estrategia bélica de EE UU en Irak. El eje se mueve.

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