Del árbol a la mesa en menos de 24 horas
Federico Aparici y su esposa Lola Colomar decidieron hace casi tres años dar un giro a los campos de naranjas que explotaban en Cullera (Valencia) desde hacía cerca de siete temporadas. Hasta entonces se limitaban, como tantos citricultores valencianos, a vender la producción a los grandes almacenes que se encargaban de recoger las naranjas, confeccionarlas y comercializarlas. El problema de esta vía es que la rentabilidad final para el agricultor era, y sigue siendo, mínima, más si se compara el precio que recibe por kilo con lo que cuesta esa misma cantidad en un supermercado.
'Nos debatimos entre abandonar el cultivo, porque la rentabilidad apenas si cubría gastos, o buscar una nueva fórmula que nos permitiese obtener beneficios, eliminando toda la cadena de intermediarios', señala Aparici. Así, este matrimonio de Cullera puso en marcha Naranjas Lola, cuyo objetivo es comercializar la producción de naranjas de su propio campo de forma directa, aunque con una peculiaridad muy importante. 'Optamos por distinguirnos por la calidad del producto, por lo que empezamos a ofrecer a los mejores restaurantes y hoteles de toda España naranjas recién recogidas del árbol, sin ningún tratamiento químico para embellecer el fruto o para adelantar su maduración', señala Aparici.
En definitiva, el proceso es aparentemente sencillo: Naranjas Lola recibe un pedido de un determinado número de kilos de naranjas. Ese mismo día, van al campo, recogen los cítricos y los trasladan al almacén donde las lavan de forma manual, las empaquetan y se envían por transporte urgente. Al día siguiente, las naranjas están ya en el punto de destino.
Normalmente, los cítricos que se pueden comprar en los supermercados tienen un proceso muy diferente, ya que se recogen cuando aún no han alcanzado el nivel de madurez necesario. Las cámaras frigoríficas se encargan del resto. Esto es necesario cuando hay que atender a grandes clientes o enviar el fruto muy lejos y con una planificación a muy largo plazo. El negocio de Fede y Lola es diferente. 'Nosotros sólo servimos pedidos durante el tiempo en que los árboles están en producción de noviembre a mayo, ya que es la única forma de ofrecer a nuestros clientes la naranja más dulce, con más jugo', señala Aparici.
Naranjas Lola ha conseguido multiplicar por tres el precio por kilo que lograba anteriormente. Ahora recibe pedidos de toda España, muchos de ellos a través de su página web naranjasdevalencia.com. El año pasado comercializaron 120.000 kilos de naranjas, el 80%, a la hostelería, y el resto, a particulares. 'Además con garantía de calidad: nosotros le enviamos las naranjas y sólo nos las paga si le gustan', reta orgulloso Aparici.