EE UU afirma que no se guiará por el 'pánico al contagio' en América Latina
A diferencia de su actuación con México cuando la crisis del Tequila de 1994, EE UU no está dispuesto ahora a acudir al rescate de las economías latinoamericanas, pese a que la economía actualmente bajo amenaza, Brasil, suponga el 40% del PIB de la región, que las empresas estadounidenses sean las primeras inversoras en este país y que ello ponga en riesgo su proyecto de integración continental, el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Taylor reconoció que la región ha sufrido un fuerte deterioro desde el pasado febrero, cuando compareció como ayer ante el Comité de Banca del Senado para hablar sobre América Latina.
Tanto, que su departamento ha calculado como meta optimista para este ejercicio un crecimiento cero en la zona. El alto cargo hizo una clara diferenciación de México y Chile respecto a la crisis que atraviesan sus vecinos, posición que atribuyó a la mayor apertura comercial y a las liberalizaciones.
Aunque el origen de las turbulencias actuales pasa por Argentina, Taylor rechazó que se haya producido un contagio regional (salvo 'en parte' en Uruguay) ni hacia otros países emergentes, un hecho que consideró muy 'instructivo'.
'Parece que en los últimos años los inversores han mejorado su diferenciación entre países y mercados basada en sus fundamentos económicos. Debemos promover una mayor evolución en este sentido y enfatizar que las decisiones políticas no estarán dirigidas por alarmas infundadas de contagio', ratificó Taylor.
Acuerdo con Argentina
Como él mismo explicó, eso supone que el acuerdo entre Argentina y el Fondo, sobre el que se mostró más optimista que hace algunas semanas, no estará cerrado hasta que el Gobierno de Buenos Aires 'refuerce su marco fiscal y monetario' al modo y manera que Washington pretende.
La prensa argentina recogía ayer las líneas principales del borrador de la carta de intenciones que el Fondo ha remitido al Gobierno, donde insiste en la creación de un organismo para la reestructuración bancaria bajo supervisión del Banco Central; una meta de superávit primario del 2,5% del PIB para 2003 y un aumento de entre el 20% y el 30% en las tarifas de los servicios públicos. Estos detalles han reabierto la pugna entre el Ministerio de Economía y el Banco Central sobre el liderazgo en la reestructuración bancaria, que parece fallarse en favor de la autoridad monetaria como exige el FMI.
Por lo que respecta a Brasil, Taylor aseguró que la deuda es sostenible, si se cumplen cálculos razonables de crecimiento económico.
Exigencias a Brasil
'Con un cálculo razonable de crecimiento económico, una proyección razonable de las tasas de interés, una proyección razonable de lo que sucederá cuando la incertidumbre disminuya, la deuda es sostenible', dijo.
Variables, todas ellas, que la caída del real pone en entredicho y para lo que, precisamente, el Fondo otorgó un paquete de ayuda en agosto por 30.000 millones de dólares (30.900 millones de euros). De esa ayuda, sólo se han programado desembolsos por 6.000 millones de dólares (6.180 millones de euros). Taylor recordó que los 24.000 millones restantes (24.720 millones de euros) quedan supeditados a que el próximo Gobierno 'mantenga las políticas de saneamiento fiscal y la reforma de los principales impedimentos para el crecimiento como la reforma del marco tributario'. Una condicionalidad que no se incluyó en el acuerdo firmado en agosto.
Las dudas sobre la capacidad de pago de la deuda hicieron caer ayer el real a 3,88 unidades por dólar.