Reservado el derecho de admisión
Uno de los operadores más avezados de la Bolsa española, con más de 40 años de experiencia, comentaba ayer que los movimientos que se suceden en los mercados desde el comienzo del verano han alejado definitivamente al inversor final y dejado la situación en manos de los más aguerridos especuladores y jugadores a corto plazo.
La bacanal de alzas y bajas, con promedios que oscilan entre el 3% y el 5% en numerosas jornadas, ha trastocado, asimismo, las reglas de juego, de tal modo que son los valores más capitalizados del mercado los que han ocupado el puesto de los chicharros a la vez que éstos, como suele suceder casi siempre, se han convertido en auténticas trampas de oro para numerosos inversores. Los bancos, Telefónica y las grandes eléctricas son las empresas que procuran los mayores movimientos especulativos.
Hay precedentes escasos en la historia reciente de los mercados en esta espectacular montaña rusa. Por eso, los inversores finales se ausentan. Las Bolsas han puesto el cartel en la puerta de reservado el derecho de admisión. No se admiten incautos. Sólo pueden entrar los más ágiles y atrevidos. Se trata, como en el Viejo Oeste, de desenfundar con rapidez para disparar el primero.
En este inmenso casino resulta de vital importancia tener las espaldas muy bien cubiertas. Lo adecuado es manejar con soltura los derivados y demás instrumentos financieros que sólo sirven para ir a favor de la tendencia. O blanco o negro. Los fundamentales no existen.
El espectacular movimiento técnico que se inició la semana pasada comenzó con la recompra desaforada de posiciones cortas, que son las que estrangularon los índices. Lo importante ahora es anticipar el impacto que en los precios tendrán las cuentas de resultados de las numerosas empresas que esta semana presentan datos trimestrales.