Koizumi prorroga el aval a los depósitos para iniciar la reforma financiera
Koizumi justificó la medida en 'la necesidad de acelerar las disposiciones sobre los créditos incobrables y avanzar en la política de reformas'. Con esta promesa, Koizumi ganó las elecciones en abril de 2001 sin que, desde entonces y pese a haber reiterado su decisión, haya adoptado ninguna medida al respecto.
La banca japonesa mantiene un alto volumen de créditos incobrables, pero que no ha declarado como tal, lo que lastra sus cuentas de resultados. Las empresas morosas mantienen su actividad porque la banca les mantiene el crédito, pero de lo contrario, y tras la imparable caída de las Bolsas, la declaración de quiebra sería inevitable.
Koizumi y sus antecesores se vienen resistiendo a la aplicación de tan dolorosas medidas. Pero la percepción del mercado ayer fue diferente, pese a que el fin del aval a los depósitos es, a juicio de los analistas, parte de la liberalización financiera que necesita Japón.
Koizumi llevó a cabo la semana pasada una crisis de Gobierno para cambiar al responsable de la banca, contrario a las reformas, y poner al frente del órgano regulador de la banca al reformista Heizo Takenaka. æpermil;ste prometió que el nuevo esquema de garantías, que se remitirá la próxima semana al Parlamento, incluirá medidas para mantener la financiación a las pequeñas y medianas empresas.
Takenaka no restó dramatismo a los malos tiempos que se avecinan para el sector financiero nipón al asegurar que ningún banco, por muy grande que sea, está libre del riesgo de caer y quebrar.
El pánico se apoderó ayer de los inversores. El Nikkei cayó a su valor más bajo en 19 años, hasta los 8.688 puntos. El yen retrocedió a su cotización mínima frente al dólar de los tres últimos meses y de los tres últimos años frente al euro, hasta las 124,24 unidades por divisa estadounidense y las 122 por divisa europea.
La federación empresarial de Japón advirtió que la economía sufrirá una profunda recesión si el Nikkei cae por debajo de los 8.000 puntos. El índice de indicadores adelantados de agosto apunta que la economía japonesa ya está en recesión, al caer por debajo del nivel de 50 puntos. De confirmarse, sería la cuarta recesión en Japón en la última década en medio de una espiral deflacionista.