El rentable abrazo del oso
Los fondos bajistas o 'bear funds' utilizan derivados para beneficiarse de las caídas del mercado. Con ganancias del 100% este año, son ahora los más rentables de EE UU
El oso ha sido tradicionalmente la imagen escogida por los inversores estadounidenses para reflejar los mercados bajistas. Frente a la imagen del toro, como muestra de fortaleza, el oso (bear, en inglés) es reflejo de periodos de debilidad bursátil. Hay, sin embargo, quienes tratan de aprovechar las caídas del mercado, a través de instrumentos idóneos para mercados bajistas, como las opciones de venta o el apalancamiento y la venta de acciones a crédito. En EE UU, donde todo parece posible, hay creada toda una corriente que estudia la mejor manera de beneficiarse de la debilidad bursátil. Existe, incluso, una familia de fondos, los denominados bear funds, que se comportan mejor cuanto peor lo hace la Bolsa. Son, desde luego, instrumentos no aptos para cardiacos, y poco recomendados por las gestoras tradicionales, si bien constituyen una opción más dentro del creciente abanico de posibilidades que ofrece el mundo financiero.
Los fondos oso, como bien podría traducirse el término bear fund, acaparan en estos momentos los primeros puestos en rentabilidad de todo el universo de inversión colectiva estadounidense. No es para menos, si se tiene en cuenta que el índice S&P 500 acumula una caída desde enero cercana al 30%, cifra inferior incluso a la del Nasdaq, que ha perdido cerca del 40% de su valor en el mismo periodo. Frente a estas caídas, el inversor se topa con que fondos oso como el Rydex Venture 100 o el Profunds Ultrashort OTC acumulan ganancias en el año que superan el 120%.
¿Cómo se consigue este comportamiento? De diversas maneras, a juzgar por los distintos tipos de fondos oso que pueden encontrarse en el mercado estadounidense. De un lado existen fondos índice, de gestión pasiva, como el Rydex Venture 100. Este instrumento trata de lograr ganancias que serán el doble de las pérdidas acumuladas por el índice Nasdaq 100. Es decir, si el Nasdaq pierde uno, el fondo ganará dos. Otro fondo de la gestora Rydex, el Rydex Ursa, gana cada día lo mismo que pierde el S&P 500. Estos fondos hacen uso de varios instrumentos para lograr este comportamiento, pero principalmente se valen de contratos de futuro y opciones de venta sobre el índice. En términos generales, y a modo de ejemplo, lo que hacen estos fondos es comprar opciones de venta sobre el índice, que dan la opción de vender a un precio determinado en un plazo concreto. Si el índice, en este caso, cae por debajo de ese precio, el fondo compra acciones del índice (a través de un fondo cotizado, por ejemplo) y ejercita la opción que le da derecho a vender esos títulos a un precio superior al de mercado. Con ello, el fondo se embolsa la diferencia y va acumulando ganancias.
Además de este tipo de fondos, donde la gestión es en cierto modo pasiva, existe otra categoría donde la gestión activa toma más protagonismo. En este caso, la venta a corto no se realiza con respecto a un índice, sino que se buscan compañías concretas, con perspectivas de sufrir caídas bursátiles. Para ello se toman en cuenta las valoraciones de las acciones y se apuesta por aquellos valores que parecen más caros y que, por tanto, tienen más posibilidades de caída que de subida. Existen fondos, asimismo, que utilizan una combinación de ambas estrategias, es decir, que apuestan en contra de índices, a través de futuros y opciones de venta, pero también venden a corto compañías concretas.
Los fondos oso se han convertido en la estrella del año, al menos en lo que a rentabilidad se refiere. Su éxito entre los inversores, sin embargo, no es muy alto, a pesar del mal momento que viven los mercados. De hecho, en los últimos cinco años, apenas se han creado 15 fondos de estas características. El caso es que se trata de productos de mucha volatilidad y mucho riesgo, que conviene manejar con cuidado. Si el inversor fuera capaz de acertar los movimientos del mercado, sin duda sería una opción interesante para entrar en momentos previos a las caídas. El problema es que acertar hacia dónde se va a mover el mercado y, sobre todo, en qué momento es muy difícil, por no decir imposible. Son numerosos los estudios que advierten del riesgo de jugar a corto plazo en el mercado, tratando de encontrar señales alcistas o bajistas. Al final, el inversor suele entrar tarde al mercado, con lo que pierde la subida inicial, y de la misma manera se sale muchas veces demasiado pronto.
Los gestores de los fondos oso, de hecho, reconocen que los flujos de dinero hacia estos productos es mayor en épocas alcistas que bajistas. Y ello sucede porque los inversores los utilizan para cubrir las subidas del mercado, más que para apostar por la caída del mismo. Y ahí sí puede ser una opción interesante a la hora de crear una cartera diversificada. No debe utilizarse, además, como un instrumento de inversión a largo plazo, porque en periodos largos de tiempo la Bolsa tiende a subir más que a bajar. Los múltiples análisis que han realizado los largoplacistas en los últimos tiempos demuestran que en los últimos 10 años las Bolsas han registrado de media un crecimiento anual cercano al 10%, como consecuencia de la combinación de ejercicios de fuertes revalorizaciones y caídas.