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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El escape del automóvil

La industria del automóvil tiene enorme peso en un país de servicios como España, convertido en el tercer fabricante de vehículos de Europa. La producción de coches supone un 6,3% del PIB, un 25% de las exportaciones, unos 70.000 empleos directos y hasta dos millones indirectos. Pero el futuro de este negocio está en cuestión tanto por la debilidad del mercado como por el irresistible atractivo de otros países capaces de producir a costes más bajos. Seat, del grupo Volkswagen, trasladará, salvo que la presión social y política lo impida, un 10% de la producción del Ibiza de Martorell (Barcelona) a Bratislava, la capital eslovaca. La propia Volkswagen planea 500 despidos y un recorte de producción de 13.000 unidades del Polo en su fábrica de Landaben (Navarra). Nissan advierte que su centro de Barcelona debe hacer reducciones adicionales de costes. En lo que va de año se han decidido los cierres de la planta de componentes de Lear en Cervera (Lleida), que no pudo competir con Polonia, y la del fabricante de motos Piaggio en Arganda del Rey (Madrid), inaugurada hace sólo año y medio.

Las multinacionales sostienen que sus fábricas españolas son modernas y eficientes, por lo que seguirán recibiendo inversiones y adjudicaciones de nuevos modelos. Plantas como la de Ford en Valencia, la de Opel en Zaragoza, las de Renault en Valladolid y Palencia o las de Peugeot Citroën en Vigo y Madrid figuran entre las de mayor capacidad en Europa. Pero los directivos del motor reconocen que para cualquier nueva instalación sólo se contemplan proyectos en países del Este de Europa, como República Checa, Hungría o las ya citadas Polonia y Eslovaquia. Son Estados con débil demanda local e industria auxiliar menos desarrollada que la española, pero ofrecen costes laborales bajos -los salarios medios son cinco veces inferiores a los españoles-, personal muy cualificado y una decisiva cercanía al mercado central de Europa, en especial Alemania.

A la competencia de las fábricas de Europa oriental se suma un mercado declinante tras las cifras récord del año anterior. Hoy se intenta acompasar la producción a la demanda, y ésta decae por las incertidumbres que lastran el consumo privado. Ayer se supo que las matriculaciones de turismos en España han caído un 4,1% en septiembre y acumulan una pérdida del 8,4% en 2002. Aunque el descenso se modera respecto a meses anteriores, la crisis está siendo más prolongada de lo esperado, pues el último dato positivo data de enero. En Europa occidental, las ventas de automóviles descendieron un 4,3% entre enero y agosto.

El ministro de Ciencia y Tecnología, Josep Piqué, no invitaba ayer al optimismo cuando pronosticaba 'movimientos' similares al de Seat en la industria automotriz. Si es cierto que el Gobierno intuye nuevas deslocalizaciones de producción de vehículos, deberá tomar iniciativas rápidas y realistas para tratar de frenar la fuga de una industria que desde los años sesenta ha sido, y nunca mejor dicho, motor de la economía.

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