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Estatus de libreasociación

Ibarretxe entierra el plan Ardanza

El plan expuesto el viernes por el lendakari, Juan José Ibarretxe, para conducir al País Vasco hacia un estatus de libre asociación con España entierra, no se sabe por cuánto tiempo, la estrategia que defiende el sector más moderado del PNV, receptor del legado que dejó escrito en enero de 1998 el anterior jefe del Ejecutivo vasco, José Antonio Ardanza.

El denominado plan Ardanza descansaba en tres grandes líneas de actuación: reducir la espiral de la confrontación entre los nacionalistas y los grandes partidos estatales, desactivar la vinculación entre la violencia y el conflicto político en el País Vasco y abordar entre las principales fuerzas políticas el aumento del autogobierno y la manera de encauzarlo mediante el diálogo sin límites, con la única condición previa del silencio de ETA. 'No es posible dialogar con libertad mientras los interlocutores están amenazados de muerte', sostenía Ardanza en la defensa de su plan.

Casi cinco años después de la formulación de estos planteamientos, con unas elecciones autonómicas recientes en las que la estrategia del PP engordó la cosecha de votos del PNV, el sector más pactista de este partido sigue considerando válidos estos principios, adulterados por el lendakari, Juan José Ibarretxe, en el programa presentado el pasado viernes ante el Parlamento de Vitoria. Fuentes del PNV señalan que las dificultades encontradas para convencer a ETA de la conveniencia de una nueva tregua son las que han llevado a Ibarretxe a enterrar formalmente el plan Ardanza, mediante la alteración de su orden de prioridades. El itinerario explicado por el lendakari no sitúa en primer lugar el silencio de las armas, sino la elaboración de un texto articulado con el que alcanzar el pleno autogobierno con la asunción de competencias como la gestión de la Seguridad Social y el logro de un poder judicial autónomo. En el discurso de Ibarretxe sólo se alude con claridad a la necesidad de un 'escenario de ausencia de violencia' en la fase final del proceso: la ratificación definitiva en referéndum del 'pacto político' alcanzado con el Estado o, en su caso, del proyecto aprobado por el Parlamento vasco.

El momento elegido por Ibarretxe para pisar el acelerador del autogobierno tampoco es el preferido por el sector moderado de su partido, aunque en el mismo se reconoce que puede ser eficaz en las elecciones municipales de mayo para absorber el voto de Batasuna. Lo cierto es que el País Vasco sigue preso de una política pendular protagonizada, sobre todo, por el PP y el PNV, y que los espacios de convivencia entre las distintas sensibilidades políticas, considerados imprescindibles por Ardanza, se han estrechado tanto que apenas existen.

La moratoria ideológica a la que apeló el anterior lendakari para intentar reconducir la situación desde el consenso tampoco ha sido posible desde las elecciones celebradas en mayo del año pasado, ya que las prioridades programáticas del Gobierno central y del vasco tampoco han coincidido y mucho menos las recetas para acabar con el terrorismo.

Si desde Madrid se ha trazado el camino más corto a través del esfuerzo policial y la ilegalización de Batasuna como brazo político de ETA, Ibarretxe ha optado por asumir parte de los objetivos de la organización terrorista -'el lendakari le ha hecho los deberes', dijo el viernes el socialista Rodolfo Ares- en un ensayo que parece dirigido a deslegitimarla entre sus seguidores por la vía de los hechos consumados.

Según las mismas fuentes, está por ver con qué grado de eficacia y diligencia gestiona el lendakari en los próximos 12 meses los compromisos contraídos el viernes, teniendo en cuenta que hay un actor principal fuera de control, ETA, y que carece de un partido cohesionado en torno a su proyecto.

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